José Ignacio Paliza, ministro Administrativo de la Presidencia y presidente del PRM, acaba de anunciar que esa organización continuará sumando líderes de otros partidos electos en las pasadas elecciones con jornadas de juramentaciones que iniciarán la próxima semana.
Y como sabe de antemano que se le criticará y acusará, como ya ocurrió en el pasado, de “comprarlos” con dinero, prebendas o promesas de que se podrán repostular en sus cargos, el funcionario negó que se esté incurriendo en acciones deshonestas como en el pasado para convencer a esos funcionarios electos, en su mayoría alcaldes y directores de Distritos Municipales, de que pasen a formar filas en el partido oficial.
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Desde luego, con eso no estará de acuerdo la dirigencia del PLD, el partido que ha sido más afectado por los cambios de chaqueta de sus alcaldes, ni se lo va a creer tampoco el resto del país político, que no acaba de creerse el cuento de que dieron el salto hacia el PRM estimulados por el buen trato que han recibido de parte del presidente Luis Abinader, que no los ha discriminado por ser de un partido de oposición.
Ojalá que la dirigencia del partido morado haya tomado nota del anuncio de Paliza de que muy pronto podremos ver, en todo su despliegue y esplendor, una nueva versión del conocido Baile de los Tránsfugas, un espectáculo que nuestra clase política aprovecha para enseñar el refajo, pero con tanta naturalidad y ausencia de pudor que ni a los políticos ni a nosotros nos da vergüenza.
Y como ya una sentencia del Tribunal Constitucional le dio su bendición liberándolo de todo viso de ilegalidad o delito electoral puede decirse, sin que parezca cinismo, que el transfuguismo es tan solo un espectáculo de mal gusto, como señalé más arriba.
Con el que, lamentablemente, tenemos que aprender a convivir, por lo menos mientras creamos en la democracia y su versión tropicalizada que por aquí tratamos, y no siempre con éxito, de sacar adelante.