Este domingo 7 de abril se cumplen seis meses del inicio de la guerra en Gaza. Además del trágico balance humano -el ataque de Hamás del 7 de octubre causó la muerte de unas 1.160 personas en el lado israelí y la operación militar lanzada en represalia en la Franja de Gaza mató a más de 33.000 personas, según Hamás- la guerra también ha tenido consecuencias económicas.Con información del periodista económico de RFI Nicolas Feldmann
En primer lugar, las infraestructuras de la Franja de Gaza. El Banco Mundial cifra en más de 18.500 millones de dólares el importe de la destrucción en los cuatro primeros meses de guerra. Esto representa el PIB combinado de la Franja de Gaza y Cisjordania en 2022.
La vivienda es el sector más afectado (76%), pero la destrucción afecta a todos los sectores de la economía: desde el suministro de energía y agua hasta las empresas, instalaciones sanitarias, escuelas y carreteras.
La Franja de Gaza, ya asfixiada por más de quince años de bloqueo, está paralizada desde el 7 de octubre: en el cuarto trimestre de 2023, el PIB se desplomó casi un 80%, según el Banco Mundial. La Organización Internacional del Trabajo (OIT) calcula que en la Franja de Gaza se han perdido al menos 200.000 puestos de trabajo.
Cisjordania ocupada, duramente golpeada
Aunque Cisjordania no es objetivo de los bombardeos, los territorios palestinos ocupados sufren las consecuencias de la guerra. Desde el 7 de octubre, se ha retirado el permiso de trabajo a casi 150.000 palestinos que antes trabajaban en Israel en sectores como la agricultura o la construcción. La pérdida de ingresos para los hogares y su consumo es enorme.
La tasa de desempleo en Cisjordania se ha duplicado desde el comienzo de la guerra. Según la oficina de estadísticas palestina, ha alcanzado el 30% (frente al 14% antes de la guerra).
Al mismo tiempo, el ejército israelí ha restringido el acceso a la mayoría de las ciudades y pueblos, lo que complica el comercio y hace subir los precios. Todo ello ha provocado una caída del 22% del PIB en Cisjordania durante los tres últimos meses del año.
La economía israelí resiste
Sin mano de obra palestina, sectores como la construcción y la agricultura se ralentizan en Israel. La movilización de 360.000 reservistas israelíes también ha supuesto un duro golpe para la actividad empresarial.
El gasto público israelí se ha duplicado, tanto para realojar a los evacuados como para financiar la operación en Gaza. Como consecuencia, el PIB cayó un 20% en el último trimestre del año.
Pero la economía israelí resiste. El shekel, la moneda de Israel, se ha estabilizado, la inflación está bajo control y el crecimiento para el conjunto de 2023 sigue siendo positivo, del 2%.