En la misma medida que avanzan los años, las tecnologías y nuevos formatos laborales, también se incrementa la cantidad de seres humanos en las diferentes ciudades.
Estudios del Banco Mundial han revelado que en la actualidad más del 50% de la población ya vive en una ciudad y que para el año 2050 se estima que la cifra supere el 70%.
Es por esta razón que debemos ir mirando hacia la creación de ciudades accesibles e inclusivas, en las que todas las personas, independientemente de la discapacidad, edad, religión, sus medios económicos o su género, sientan la libertad y posibilidad de poder participar en las oportunidades que en estas se presentan.
Una ciudad accesible es aquella que permite que su ciudadanía, con o sin discapacidad, se pueda desplazar, vivir y participar en el ambiente urbano – municipal.
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Recordemos que la accesibilidad es reconocida como un derecho humano, de manera muy especial para que los envejecientes y discapacitados participen de forma independiente en la sociedad. Además, debemos tomar en cuenta que la accesibilidad no está limitada a la eliminación de las barreras arquitectónicas, sino que también debe incluir fáciles posibilidades comunicativas, cognitivas y culturales.
Las ciudades que dominan el ranking mundial como las más accesibles e inclusivas siguen siendo, en ese orden, Berlín (Alemania); Denver (Estados Unidos); Gdynia (Polonia); Milán (Italia); Seattle (Estados Unidos); Tel Aviv (Israel); Nantes (Francia); Estocolmo (Suecia); Pamplona (España) y Tallaght (Irlanda). Ausentes las localizadas en América Latina.
Solo en la región de El Caribe y América Latina se estima que alrededor de 70 millones de personas padecen algún tipo de discapacidad, persistiendo el ambiente de exclusión.
En el caso de República Dominicana, y en la que las municipalidades juegan un papel clave para el fortalecimiento de los derechos de estas personas, se perciben esfuerzos tímidos en ese sentido.
Según los datos de la Oficina Nacional de Estadísticas (ONE), en el último censo realizado, específicamente en 2010, el 12.41% de la población vivía con algún tipo de discapacidad, es decir, 1, 160,847 personas.
Provincias como Santo Domingo, Santiago, San Cristóbal, Puerto Plata, La Vega y el Distrito Nacional, presentan un crecimiento desproporcional entre la cantidad de habitantes y las inversiones municipales para alcanzar las metas, que incluso forman para de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), la Nueva Agenda Urbana y el Marco de Sendai para la Reducción del Riesgo de Desastres.
Sin embargo, al comparar las iniciativas de las alcaldías, puntualmente del Gran Santo Domingo con las del sector privado, la diferencia es visible desde los estacionamientos, rampas, cajas de pago, señalización, entre otros aspectos. Lo que refleja un evidente uso proporcional del sector privado en favor de la ciudadanía en cuestión.
A nivel municipal, exceptuando el trabajo del exalcalde Roberto Salcedo, y desde el Gobierno central la exvicepresidenta, Margarita Cedeño, los esfuerzos por dotar a las personas discapacitadas de espacios y poder transitar de forma segura, son los que en mayor proporción se pueden observar en las políticas públicas.
Otro dato que debe ser tomados en cuenta para la inclusividad, es que República Dominicana tiene un población que supera el 49% católica y alrededor de un 26% evangélica protestante. En un porcentaje similar quienes no declaran religión alguna se sitúa en 29% según Latinobarómetro de 2018 – 2019.
Es evidente la necesidad de crear mesas de trabajo que fomenten diálogos de inclusión y accesibilidad a todo lo largo de la República Dominicana, sobre todo en las principales ciudades que es hacia donde se estima habrá cada año un crecimiento de la ciudadanía.
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Municipios en crecimiento como Santo Domingo Este, Santo Domingo Oeste y Santo Domingo Norte, más que asignarles de forma apresuradas nuevas divisiones políticas, deben mirar hacia el futuro de corto, mediano y largo plazo que se busca dejar a las generaciones por venir y las que se encaminan hacia el envejecimiento.
La intención de este escrito es fomentar mayores políticas públicas y principios claves puntuales en el porvenir de estas ciudades, como son: No discriminación, accesibilidad, participación, desarrollo de capacidades, informes para el desarrollo y la creación de programas municipales con políticas participativas.
¡No perdamos tiempo, aún podemos accionar!