General, puede retirarse”. Con estas tres palabras despidió el presidente Joaquín Balaguer, la noche del 9 de mayo del 1975, al subsecretario de las Fuerzas Armadas, comodoro Francisco Amiama Castillo, comisionado por el alto mando militar para entregar al mandatario la carta donde renunciaban a sus respectivos cargos. De este acontecimiento histórico se cumplen 48 años.
El comodoro Amiama llegó al despacho del jefe de los ayudantes militares del Presidente, general Eligió Bisonó Jackson, y le comunicó que venía con estrictas instrucciones del secretario de las Fuerzas Armadas para entregar personalmente un documento al mandatario. De nada valieron las insinuaciones de Bisonó para que le entregaran el folder con el documento, para posteriormente hacerlo llegar al gobernante. “General debe ser estrictamente con el presidente», insistió el subsecretario de las FF.AA.
Cuando el jefe de los ayudantes comunicó a Balaguer que el comodoro quería verlo con carácter de urgencia, le respondió “Hágalo pasar”. Transcurridos unos minutos el alto militar se marchó y el jefe del Estado abrió el folder que contenía la carta de renuncia del contralmirante Ramón Emilio Jiménez Reyes, secretario de las Fuerzas Armadas; y de los generales de brigada Enrique Pérez y Pérez, del Ejército; Manuel A. Logroño, de la Marina de Guerra y Salvador Lluberes Montás, de la Fuerza Aérea Dominicana, todos fallecidos.
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La renuncia masiva de los altos jefes militares constituyó el primer hecho de esta naturaleza que sucedía en la vida republicana del país, y de inmediato sugirieron múltiples comentarios y especulaciones, todas concentradas en que la dimisión tuvo su origen en el nombramiento del general Neit Nivar Seijas, como jefe de la Policía Nacional.
Era un secreto a voces las distenciones que por largos años mantenía Pérez y Pérez con el general recién designado en el cuerpo policial.
Después de recibir la comunicación del mando militar el Presidente salió del Palacio a visitar a su hermana Carmen que estaba enferma, y posteriormente regresó a su residencia de la Máximo Gómez.
Al día siguiente viajó al Cibao a la inauguración de un centro escolar, y de regreso en la Capital emitió un decreto mediante el cual asumió la jefatura de las Fuerzas Armadas.
Días después designó los sustitutos de los militares renunciantes.
Los designados fueron los generales Braulio Álvarez Sánchez, en el Ejército; Francisco Rivera Caminero, en la Marina de Guerra, y Renato Malagón Montesanos, en la Fuerza Aérea Dominicana. Una semana después Balaguer designo en la jefatura de las FF.AA. al general Juan René Beuchamps Javier.
Los renunciantes nunca tuvieron discrepancias con el presidente Balaguer. La dimisión tuvo su origen en el impasse histórico que mantenían Nivar Seijas y Pérez y Pérez. Ambos encabezaban facciones a lo interno de las Fuerzas Armadas, pero Balaguer siempre supo sortear esta situación.
Transcurridos algunos meses después los generales retornaron al entorno del presidente de la República, que los nombró en posiciones civiles. Pérez y Pérez fue a Interior y Policía; Jiménez Reyes a la Cancillería y Lluberes Montás, administrador de Molinos Dominicanos.
El cuarto renunciante, el comodoro Manuel Logroño, no fue llevado a ninguna posición oficial por razones de salud.