POR DOMINGO ABREU COLLADO
Para países continentales no importaba hace 10 ó 20 mil años, o menos. O menos para nosotros también. Hace mil años no importaba, ni 500 ó 300 años tampoco. Pero desde hace cien años sí. Desde hace cien años, ocuparse por la salud de la alimentación se hizo fundamental. La limpieza de los alimentos se hizo determinante cuando ya se estaba sobre seguro de que muchas de las enfermedades llegaban en los alimentos sucios.
Nuestros primeros habitantes, los que llegaron hace ocho mil años, no tenían toda la información al respecto, por lo que la ingesta de crustáceos machacados junto con la arena del entorno no les preocupaba. Tampoco les preocupaba comer peces quemados con las manos sucias. Ni les importaba mucho a los grupos nativos 5 mil años después, ingerir víveres asados con algo de tierra, o comerse la misma tierra hecha bolas al fuego (geofagia). Y hasta ingerir las ostras y ostiones en el mismo manglar, vivas y directamente de sus conchas, aun con las incrustaciones del fango cenagoso, tampoco importaba.
Condiciones similares para el consumo de agua no cambiaron en la Isla, ni siquiera con la ocupación de una cultura diferente y ya con informaciones rudimentarias sobre el manejo de los alimentos.
Pero el siglo XX se encargó de demostrar que un mundo más superpoblado que el que se mostraba a nuestros ojos, imposible de observar a simple vista, ni aun con los primarios lentes de aumento que permitieron curiosear a los primeros investigadores, existía a nuestro derredor. Una población microscópica capaz de colonizar desde la tierra que pisamos hasta los alimentos que ingerimos, como también colonizar nuestro interior, desde la sangre hasta el cerebro, además de nuestras vías digestivas, entró al conocimiento colectivo de la gente. Se trataba de una población invisible para el común de la población, pero capaz de hacerse sentir en forma de enfermedades y en forma de muerte, muchas veces de manera colectiva.
Sin embargo, para la República Dominicana, las enseñanzas del Siglo XX en materia de enfermedades bacterianas y microbianas no bastaron. Ya en el Siglo XXI, en una exhibición como la que se muestra en el Mercado Nuevo de la Avenida Duarte -probablemente el principal núcleo de distribución y comercialización de alimentos de Santo Domingo-, las condiciones ambientales en la que se desenvuelven estas actividades dejan definitivamente claro que esas enseñanzas no bastaron, y que de los descubrimientos y aportes de Louis Pasteur, por ejemplo, solo sabemos que existe una calle que lleva su apellido.
No hay manera de que los dominicanos se hagan una idea del porqué de las exigencias que se nos imponen desde fuera en relación con las condiciones de sanidad que deben presentar los productos que exportamos, si la idea del manejo ambiental de los alimentos que consumimos es la que presenta el Mercado Nuevo de la Avenida Duarte.
El ambiente y las enfermedades
Entre las enfermedades que pueden encontrarse en ambientes similares al del Mercado Nuevo y otros sitios similares de Santo Domingo esta Echerichia coli, cuya gravedad puede ser muy variable. Los problemas van desde infecciones agudas, con súbita y alta mortalidad, hasta ligeras infecciones, de naturaleza crónica con baja morbilidad y mortalidad. Las infecciones pueden resultar en una enfermedad respiratoria, causada por infección de los sacos aéreos, una septicemia (sangre) cuando la infección es generalizada, una enteritis por infección intestinal o una combinación de cualquiera de las tres o de todas. La enfermedad puede aparecer por infección coliforme solamente, como infección primaria, o en combinación con otros agentes, como infección secundaria. Este tipo de infecciones ocurre comúnmente formando parte del síndrome clásico de infección pulmonar, como complicación con infecciones por Mycoplasma gallisepticum.
Los síntomas de esta enfermedad son producidos por bacterias E. coli y las toxinas que producen al crecer y multiplicarse. Hay diferentes variedades y tipos serológicos en el grupo de bacterias de E. coli. Muchas son habitantes normales del tracto intestinal de los pollos y pavos por lo que, consecuentemente son organismos comunes en el ambiente de las aves.
Las infecciones septicémicas extremadamente agudas pueden terminar en muerte, con muy pocas lesiones, si es que hay algunas. Entre las lesiones más comunes tenemos deshidratación, inflamación y congestión del hígado, el bazo y riñones, así como diminutas hemorragias en las vísceras. Exudado fibrinoso o caseoso en los sacos aéreos, las cavidades del corazón y o en la superficie de éste, del hígado y de los pulmones son lesiones características. Los intestinos pueden engrosarse e inflamarse y contener excesos de mucosidad y zonas hemorrágicas. En las aves jóvenes pueden aparecer infecciones umbilicales, similares a las descritas para la omfalitis.
Fácil en el mercado: el tétanos
Una de las complicaciones más temibles de cualquier corte, mordedura u otro tipo de herida, incluso pequeña, es la infección por tétanos. Puede desarrollarse días o incluso semanas después de la herida, dando lugar a una rigidez de los músculos de la mandíbula y de otros músculos, y puede llegar incluso a las convulsiones y a la incapacidad para respirar.
La bacteria del tétanos generalmente se encuentra en el suelo, pero puede estar prácticamente en cualquier sitio. Si sus esporas entran en una herida más allá del alcance del oxígeno, germinan y producen una toxina que interfiere con los nervios que controlan los músculos. Una infección de tétanos es seria, y puede acabar en la muerte si no se ha inmunizado uno previamente.
Los síntomas del tétanos son la rigidez de los músculos de la mandíbula y de otros músculos, y puede llegar incluso a las convulsiones y la incapacidad para respirar.
La infección por tétanos es evitable si se siguen una serie de pasos preventivos. Consulte a su médico inmediatamente si presenta cualquier corte o herida. Si ya fue usted vacunado del tétanos hace muchos años, su médico le dará probablemente una dosis de recuerdo de la vacuna; a continuación su organismo fabricará rápidamente los anticuerpos necesarios para protegerle contra el tétanos. Si no ha recibido inyecciones para el tétanos previamente, el médico puede administrarle la inmunoglobulina antitetánica que le va a dar inmediata protección, pero sólo para unas pocas semanas. Así mismo, es muy importante limpiar la herida con cuidado, quitar todos los restos de tejido muerto y dejarla abierta sin tiritas ni puntos para que el aire pueda alcanzar todas las partes de la herida (recuerde que el aire mata la bacteria del tétanos). Varios antibióticos pueden ayudar a eliminar también la bacteria del tétanos, pero ello no servirá de nada si no se ha tratado adecuadamente la herida y si no se ha usado una dosis de inmunoglobulina.
Preocupación Sierra Bahoruco
Una de zona de gran importancia para las aves en la Sierra de Bahoruco es La Placa, donde hay grandes anidamientos de cotorras (Amazonia ventralis), Cúa (Hyetornis rufigularis), y otras aves. Pero entre su fauna se incluye al Solenodonte (Solenodón paradoxus). Estas especies, tanto las aves como el mamífero inectívoro (Solenodonte) se encuentran en diferentes categorías de lo que se conoce como el Listado Rojo de la Unión Mundial por la Naturaleza (UICN).
Actualmente, se están extrayendo miles de árboles del sitio, para lo que se están utilizando brigadas de obreros haitianos, bajo un supuesto programa de aprovechamiento del bosque seco en esta zona.
Este aprovechamiento consiste en contratar Haitianos, -nos informa Eladio Fernández, de la Sociedad Ornitológica Hispaniola-, ya que el lugar esta bastante cerca de la frontera para cortar palos secos, arrastrarlos hasta un punto donde los camiones vienen a recogerlos para venderlos como postes, varas, y demás usos.
Y sigue diciendo Eladio Fernández: Para poder recoger los postes hay que tumbar árboles verdes y hacer caminos por donde los camiones pueden transitar. Los Haitianos tienden a cortar arboles nuevos que impiden que saquen la madera sin dificultad. Pero el problema no es solamente el bosque, que anteriormente estaba protegido por ley, y que desprotegido por las artimañas realizadas en el Congreso Nacional.
Según Eladio Fernández en el transcurso de días, estos empleados haitianos se percatan de qué árboles están usando las cotorras, y entonces aprovechan
para romper las cavidades de anidamiento de los mismos para sacar y comercializar los pichones. Cada pichon llega a venderse por RD$1,500.00. Las cavidades quedan inservibles y no pueden ser re-usadas el los próximo años. La Sociedad Ornitológica acaba de reparar 20 cavidades que fueron saqueadas por pichoneros en años anteriores.