Haití aislado en sus pesares

Haití aislado en sus pesares

Los haitianos viven horas inciertas por la parálisis de actividades, reducción del suministro de alimentos que motiva más hambre; deterioro del servicio de electricidad y presencia de bandoleros devaluando vidas de nativos y extranjeros en un marco de anarquía y violencia causadas por manifestaciones contra el Gobierno. La posibilidad de que la economía del vecino país pase a un mayor deterioro, llevando a extremos las deprimidas condiciones de vida de las masas más empobrecidas del continente, fue vaticinada ya con encendidos tintes por el Fondo Monetario Internacional. El retroceso de la gobernabilidad se acentúa y los dirigentes políticos continúan en sordas posiciones radicales.

La embajadora de Estados Unidos, Robin Berstein, abogó con justo temor a peores consecuencias para la sociedad haitiana porque entes multilaterales se involucren en la búsqueda de soluciones. La ONU huyó virtualmente de allí mientras la Unión Europea tarda en reaccionar como corresponde a la gravedad de los acontecimientos, de espaldas a vínculos históricos con esa parte de la isla Hispaniola. En República Dominicana la conmoción por las confrontaciones en aquel lado cobró intensidad cuando el ministro de Defensa, Rubén Paulino Sem, dijo prever que una avalancha de haitianos podría querer huir de su calamidad cruzando hacia este país ya afectado por una aguda caída del comercio con el importante socio vecino.

La peligrosidad que trasciende

La atracción que sobre viajeros rusos ejerce República Dominicana es un grato y promisorio signo de prosperidad para la industria turística. El sol, las playas y la típica hospitalidad de esta tierra parecen valer mucho para ellos que de tan lejos vienen. Lo malo es tener que compartir con extranjeros que admiran este lar antillano el fruto amargo de las malas formas de conducir vehículos.
A treinta y nueve de ellos acaba de afectarles duramente un accidente de tránsito en la autovía del Coral que mucho lamentamos. Se dispone de mejores carreteras y el parque vehicular se multiplica mientras se conciben bellas teorías para llevar seguridad a las vías pero no se les respalda con una mayor voluntad de aplicar sanciones a las imprudencias que los conductores cometen repetidamente, incluyendo tomar alcohol, sin que les quiten licencia.

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