Haití, hambre, hambre

Haití, hambre, hambre

Dice la FAO que Haití está experimentando un “hundimiento gradual” en su alimentación, donde para marzo de este año el 40 por ciento de sus habitantes necesitan asistencia para comer, la inseguridad alimentaria podría alcanzar 4.1 millones de personas, lo cual es alarmante. En enero de este año la CEPAL hacía pronósticos similares previendo un crecimiento de 0.3% supeditado a las incertidumbres políticas que pudieran suceder.
El hundimiento gradual es una apreciación conservadora, debiéndose catalogar como un colapso total del aparato productivo; inconsistente para alimentar esa empobrecida nación de cerca de once millones de habitantes. Las sequias que les han afectado, la inestabilidad política, la falta de institucionalidad y debilidades técnicas y financieras, hacen de Haití un país vulnerable para cubrir las necesidades de alimentos para subsistir. A esto se le suma la carencia en el suministro de agua, insumos, semillas, el acceso al crédito y a equipos para preparar sus terrenos. Es decir, que esas y otras implicaciones aumentan sus niveles de pobreza y de escases especialmente en su población campesina.
El país más pobre de América, es siempre un problema permanente para nuestra nación, ya que su población amenazada por el hambre, los empuja a pasar nuestra frontera en busca de alimentos y formas de subsistencia que le garanticen la vida, porque la vida sin comida no es vida. La FAO no tiene mecanismos ni soporte logístico, a mi entender, para poner a producir alimentos en territorio haitiano en el futuro cercano, además de los ciclos productivos de los diferentes rubros que en la mayoría de los casos con buena semilla y agua pueden tardar un mínimo de seis meses. Además, de la situación apremiante que es en lo inmediato a más tardar en marzo, por lo que en óptimas condiciones solo podrían producir hortalizas, algunos vegetales, alimentos insuficientes para una población hambrienta.
La FAO, por la urgencia, puede a través del Ministerio de Agricultura del país contratar la producción de alimentos con agricultores dominicanos. Como yuca, batata, leche, huevos, pollos, guineos, berenjenas, repollos, entre otros productos agropecuarios. Tenemos base de sustentación para esta recomendación ya que nuestra agropecuaria ha crecido este año un 4.5%. De igual manera, tenemos la estructura y la capacidad instalada para producir en lo inmediato esos alimentos y paliar las necesidades urgentes de los haitianos, en lo que rehabilitan y se ponen en condiciones de producir.
La FAO bien podría proporcionar esos alimentos a cambio de ocupar mano de obra haitiana en la reforestación de sus cuencas devastadas por la deforestación. Esas plántulas también pueden ser adquiridas con viveristas dominicanos que tienen instalaciones adecuadas de producción de plantas, tanto frutales como maderables, lo que posibilitaría iniciar ese programa en lo inmediato. De igual modo, podrían adquirir en nuestro país semillas de yuca, batata, arroz y otros rubros comestibles. No deja de ser una oportunidad para la comunidad internacional como EU y la Unión Europea sumarse a esta iniciativa de la FAO para ir en auxilio de esa empobrecida y hambrienta nación

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