El pueblo haitiano sufre duros efectos de una prolongada violencia callejera contra autoridades surgidas de elecciones que las legitiman pero desenvolviéndose en frágilidad institucional. El desquiciante combate entre una oposición desaforada y el gobierno de Jovenel Moise ocurre en el momento en que llega a extremos la inercia de organismos internacionales y Estados poderosos que se autodefinen como defensores de la democracia. Parecería que el caos, que agudiza lo fallido del país de peores condiciones sociales en el continente, no logra ser visto bajo los principios de solidaridad que regularmente mueven a los liderazgos del concierto de naciones a tomar partido por pueblos oprimidos o golpeados por la anarquía.
Operaciones trasnacionales y costosas que suelen incluir tropas organizadas bajo consignas de paz son emprendidas fácilmente contra insurrecciones internas o de procedencia foránea en diferentes lugares del mundo. Pero los haitianos no tienen esta vez la suerte de que se ocupen de ellos. La ONU acaba de recoger los pocos bártulos que todavía quedaban de pasadas misiones para dejar en la indefensión a las masas pobres del vecino país. Los desórdenes en ciudades anulan el comercio y el reparto de provisiones y medicinas para los más necesitados. Una crisis humanitaria ante los ojos de gobiernos y entidades multilaterales que dicen defender valores occidentales y los derechos civiles.
El daño común a los cabildos
Teniendo que brindar servicios una población de 200 mil habitantes librándolos de basura, hoyos en calles y caos urbano, 21 millones de pesos mensuales provenientes del Gobierno no son suficientes para el ayuntamiento de San Francisco de Macorís, sometido a deudas enormes de la administración anterior y retrasos de metas de la Estrategia Nacional de Desarrollo.
El alcalde Antonio Díaz (PRM) se empeña en la transparencia cumpliendo con el libre acceso a la información y rindiendo informes a la Cámara de Cuentas, pero tiene que recurrir a malabares para que los francomacorisanos crean en su gestión. En eso de sobrevivir a las mutilaciones presupuestales que el Poder Ejecutivo aplica contra sus finanzas tiene la compañía de muchos otros ejecutivos del ámbito municipal. ¿Le servirá de consuelo?