Haití: visto por la neurociencia

Haití: visto por la neurociencia

José Miguel Gómez

Existe la neurociencia de la venganza, un libro de Valeria Sabater que, explica las razones de la violencia, la venganza, la contra venganza de grupos, de generaciones y de personas afectada por el odio, la ira, la humillación, la vergüenza y el resentimiento.

Albert Einstein dijo “las personas débiles se vengan, las fuertes perdonan, las personas inteligentes ignoran.

Haití tiene décadas en una crisis socioeconómica, política, existencial, cultural y estructural que, no existe la forma racional, reflexiva, diplomática, electoral, ni internacional que pueda detener el desorden, el caos, las bandas, asesinatos, secuestros, homicidio y toda expresión de violencia. Literalmente, los haitianos viven y practican la venganza normalizada entre grupos.

Los cascos azules y la ONU perduraron por más de una década ocupando a Haití, para organizar el Estado, crear normas, procedimientos, estilos y estructuras para estabilizar el país haitiano; décadas después, frustrados, decepcionados y desesperanzados dijeron: “Haití es un pueblo inviable, no domesticable, incapaz de normalizarse y gobernarse así mismo”. Los derrotó la cultura haitiana, el cerebro de la venganza de los grupos, el comportamiento de finales de siglo XIX y principio del XX, no asimilaban ni aceptaban los cambios de la vida pacífica, de cultura de paz, del orden, el respeto y preservar los valores democráticos.

Para entender todo esto hay que recordar al maestro Viktor Frankl cuando dijo: “cuando ya no somos capaces de cambiar una situación tenemos el desafío de cambiarnos a nosotros mismos”.

Todos los países que vivieron dictaduras en siglos pasados, lograron el salto a democracias, respetar las instituciones, las reglas y procedimientos para continuar existiendo como nación, menos Haití, prefirieron la venganza, el caos y el desorden social y político.

La sociología, la antropología, la filosofía, la política y la psicología podrían ayudarnos a entender la sombras y huellas somáticas en la vida de los haitianos, sin embargo, visto desde la neurociencia, explica que, se trata del sustento de mucha cultura instrumentalizada en la venganza, el odio, la ira, el remordimiento entre grupos.

La venganza es una emoción reactiva que se experimenta en respuesta a una agresión, una injusticia, un daño o un maltrato sufrido.

En Haití ni hay lucha de clases, ni ideológica, ni política, ni revolucionaria; más bien, es la expresión de grupos violentos que practican la venganza, la cultura de violencia, el salvajismo y la deshumanización.
Para llegar a una cultura pacifista, de tolerancia, de paz, de perdón y reconciliación, hay que cambiar la estructura del cerebro, la mente y el sistema de creencia, pero, la cultura cambia al cerebro.

Reflexiono que, ni la ONU, ni los europeos, ni otros países desean involucrarse directamente en Haití; los kenianos no podrán con la cultura haitiana. La táctica sigue siendo Republica Dominicana, con formas y estilos que posibiliten la migración y que facilite el aporte en salud, educación, vivienda y trabajo, deforma escalonada y recurrente.

Le corresponde al Estado Dominicano, al presidente Luis Abinader y a la sociedad dominicana mantener el control migratorio, no ceder a las presiones ni chantaje. EEUU no acepta haitiano en la Florida, ni Chile, ni Brasil, ni Cuba.

Las medidas anunciadas por el presidente Abinader son las correctas, hacer cumplir la ley, cuidar la soberanía y el espíritu democrático e independiente de la República Dominicana.