Dos presuntos integrantes de bandas armadas fueron abatidos este sábado a manos de civiles en Gros Morne, a unos 134 kilómetros de Puerto Príncipe, como parte de las acciones que la población ha tomado contra las pandillas, que han ido ganando terreno en el área metropolitana de la capital.
Unas horas antes, la institución había anunciado que tenía la vista puesta en dos zonas tomadas por las bandas, que se han convertido en objetivo de la ciudadanía, acciones que, según medios locales, habría dejado alrededor de un centenar de muertos en la última semana.
Hombres jóvenes armados con machetes, piedras o cuchillos y en ocasiones encapuchados van a la caza de los miembros de las bandas, muchas veces acompañados por la policía, y en redes sociales se publican llamamientos para unirse a la persecución de los bandidos en otras zonas de la capital y ciudades de provincia.
Con el paso de los días, la operación civil ha pasado de llamarse «Operación Busca Bandidos» a «Bwa Kale» (en español, pene pelado), que fue el lema utilizado el año pasado en las protestas contra el Gobierno.
En internet circulan imágenes de ejecuciones de presuntos criminales que son cada vez más crueles, imágenes que muestran, por ejemplo, cómo les arrojan grandes piedras, trozos de madera y hierro y cómo cubren los cuerpos con neumáticos en llamas.
«Somos veneno para los bandidos», gritan unos hombres en uno de los vídeos que circula, donde se ve cómo masacran con rabia a dos presuntos bandidos.
Se está produciendo una insólita simbiosis entre la Policía y la población en la lucha contra el crimen organizado en el país, habiéndose multiplicado las operaciones policiales destinadas a desalojar a los bandidos que toman el control de la capital y las ruedas de prensa para dar cuenta de estas acciones.
Según los datos aportados esta semana por las autoridades, varios presuntos delincuentes resultaron mortalmente heridos en intercambios de disparos con la policía y se incautaron armas.
Además, durante esta semana, el país ha registrado muy pocos casos de secuestro, hecho que contratas con las cifras de raptos que se vienen produciendo desde diciembre de 2019, una práctica que se ha normalizado al punto de contabilizarse por lo menos mil casos al año, y que ha constituido una fuente de financiación para estos grupos criminales.