¿Hasta dónde son los límites humanos para superar los récords deportivos?

¿Hasta dónde son los límites humanos para superar los récords deportivos?

Los increíbles resultados competitivos mediante la imposición de nuevas marcas en el deporte en su dimensión de alto rendimiento, ha llevado a los especialistas a indagar sobre los límites humanos de esta insaciable voracidad que impulsa a los competidores en el mundo contemporáneo.

Se ha dicho con sobrada razón que cuando Pierre de Coubertin cristalizó los modernos Juegos Olímpicos en 1896, bajo el lema de “Citius, Altius, Fortius” (Más rápido, más alto, más fuerte) en un ámbito esencialmente académico, nadie podía imaginarse que con el correr del tiempo se desencadenaría una lucha agonal por alcanzar la victoria hasta los niveles del paroxismo.

Como en nuestros días los campeones siguen batiendo marcas que hace años parecían barreras insuperables, asalta la cuestión de si la progresión humana será indefinida. La pregunta obligada sigue siendo dónde están los límites humanos y científicos que por el momento no encuentran las fórmulas para dotar al ser humano de la perfección absoluta deseada.

Al hablar sobre los límites que afectan al hombre y la mujer deportivos, se hace imperativo centrarse en la tensión a que viven sometidos en su empeño constante por superar sus propias marcas o las de sus contrincantes.

Cada disciplina tiene sus récords deportivos. Generalmente las marcas relevantes están relacionadas con actividades límites para el ser humano: el más rápido, el más fuerte, el más largo, la mayor distancia, la mayor altura y la mayor profundidad.

Hay una lista exclusiva de atletas que han logrado hazañas y récords mundiales realmente impresionantes poniendo de manifiesto poseer destrezas al borde de lo increíble, pero los hechos han demostrado que por más difíciles que parezcan sus registros, a la corta o larga podrían ser superados.

Un prototipo de la excelencia suprema de la actualidad ha sido el jamaiquino Usain Bolt, quien en los Juegos Olímpicos de Beijing de 2008 consiguió tres medallas de oro y tres récords mundiales que lo consagraron como el velocista más completo de la historia.

Un año después, en los Mundiales de Atletismo de Berlín, el “El Relámpago” Bolt quebró sus propias marcas en los 100 y en los 200 metros lisos, dejando el crono en 9,58 y 19,19 segundos. Tras su asombrosa hazaña en los Juegos Olímpicos de Londres del 2012, en los que repitió su proeza de Beijing al obtener preseas de oro en los 100 y los 200 planos y en los relevos 4X100 fue exaltado en los medios de prensa como leyenda viva en los anales del deporte.

Para tener una idea de su grandeza hay que saber que desde Jesse Owens (10,20 segundos) en los Juegos Olímpicos de Berlín en 1936 hasta el récord de Bolt en Beijing (9,69) habían hecho falta 72 años de competición para restar 51 centésimas de segundo a la lucha del atleta contra el reloj en la prueba reina del atletismo.

Dentro del atletismo mundial hay otros récords importantes como el de Jan Zelezny en jabalina (98,48 metros); Javier Soto Mayor en salto de altura (2,45 m); Mike Powell en salto de longitud (8,95 m); Jurgen Schult en lanzamiento del disco (74,08) y Kenenisa Bekele en 5.000 metros (12:37.35).

En otros deportes merece un capítulo aparte el nadador estadounidense Michael Phelps quien posee el récord de mayor cantidad de medallas de oro en unos Juegos Olímpicos con ocho preseas de ese pigmento en Beijing. Podríamos agregar otros nombres de figuras, pero sería muy extenso en el marco de la presente entrega.

Debemos tener claro que por más encumbradas y asombrosas que parezcan las marcas establecidas por campeones fuera de serie, aún en casos de tipos tan descomunales como Bolt y Phelps, siempre quedará abierta posibilidad de que algún día sus registros sean igualados o superados, sin pensar jamás que se puede lograr metas que sus limitaciones humanas no les son permitidas.

 

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