POR DOMINGO ABREU COLLADO
El país de lujo que es la costa sur vuelve a estar en todos los medios. Esta vez en lo que parece todo un plan en contra de Pedernales y su posibilidades de desarrollo económico a partir de sus recursos turísticos. Como lo que se vende turísticamente en el Caribe son las playas (sol incluido), tenemos varias playas en la costa sur que llaman a ser utilizadas por turistas de todas las naciones que nos quieran visitar.
Además, el futuro a que apunta la República Dominicana desde hace años es cierta permanencia turística con un grande y alto techo que pudiera aprovecharse positivamente, pero que también pudiera no aprovecharse, quedándose muy por lo bajo el crecimiento económico y desarrollista que se preconiza desde hace tanto tiempo.
Cuando hablamos de un alto techo en materia de crecimiento turístico nos referimos a la posibilidad de tener un espacio de crecimiento sostenido de varios miles de habitaciones. Crecimiento que solamente será posible si los recursos de Pedernales son utilizados adecuadamente. Es decir, si los recursos turísticos no se quedan en pocas manos, ocupados físicamente por dos o tres hoteles para un turismo de megaprivacidad. Y esto último sería lo peor que le podría pasar a Pedernales. Pero parece que hubiera un plan para eso, que de ejecutarse dejaría a Pedernales con las más bajas posibilidades de recibir turistas, salvo pequeñísimos núcleos que utilizarían directamente los recursos sin permitir que otros núcleos mayores los utilicen. Natural y económicamente, Pedernales necesita no cien o doscientos turistas. Pedernales necesita miles de ellos. Y necesita también que éstos se estén moviendo hacia las playas, hacia las montañas, hacia los manantiales, hacia las cuevas, hacia los pueblos, hacia los sembrados, moviéndose por los parques nacionales Jaragua y Sierra de Bahoruco, moviéndose hacia la frontera, hacia Haití y hacia todos los lugares que puedan ser habilitados para su recepción.
Esta provincia necesita recuperar sus tradiciones, comidas, bebidas y atractivos culturales intangibles para mostrarlos al turismo, para venderlos al turismo, como se diría en la jerga del mercadeo.
La población de Pedernales como provincia, y de todos los pequeños pueblos costeros entre Barahona y Pedernales, necesitan un movimiento turístico sostenido y numeroso.
Pero para que todo eso ocurra es necesario que todos los atractivos de Pedernales, principalmente sus playas, se encuentren abiertas a la visitación de esos miles de turistas. Sus playas no pueden privatizarse, no pueden ser coto privado de un pequeño hotel construido en la misma playa, porque entonces los demás turistas, alojados en cualesquiera otros alojamientos no tendrían oportunidad de disfrutarlas.
Ahora bien. ¿Qué es lo que impediría que todas esas esperanzas se desvanecieran? ¿Qué es lo que haría que todo ese futuro económico se vuelva sal y agua, como dicen en los pueblos? Veamos lo que sigue.
Bahía de las Aguilas
Aunque Pedernales cuenta con varias playas: Playa Inglesa, Playa San Luis, Playa Blanca, Ti-Caletón, Playa Trudillé, Playa Piti Cabo, Playa Bucán de Base, Playa la Plena, Playa Mosquea y otras, el máximo atractivo en playa lo es Bahía de las Aguilas, y con sobradas razones. Principalmente por su seguridad. Las demás playas no presentan la misma seguridad y limpieza que Bahía de las Aguilas.
Si las proyecciones turísticas de Pedernales en épocas pico apuntan hacia una capacidad turística receptiva de 30 mil visitantes al mes -tomando un número promedio- estaríamos hablando de una demanda de entre 5 y 7 mil habitaciones, lo que sería un número ideal para poner a funcionar a Pedernales a plena capacidad turística.
Estos 30 mil visitantes podrían estar moviéndose hacia diferentes lugares, pero principalmente hacia Bahía de las Aguilas, por ser esta playa el principal atractivo de la provincia.
Pero si uno solo, o dos, de los hoteles fuera construido dentro de la Bahía de las Aguilas, significaría que solamente los turistas alojados en esos hoteles podrían utilizar la playa de la bahía, porque esa es la política de uso de las playas por los hoteles: privacidad.
Es decir, solamente estaríamos hablando de 700 o mil turistas para toda la Provincia, por una sola razón. Si la playa de la Bahía de las Aguilas no es para todos los turistas que vayan a Pedernales nadie irá a Pedernales, porque no podrán entrar a la Bahía de las Aguilas debido a que estará privatizada, como están privatizadas todas las playas ocupadas por hoteles en estos momentos. ¡Y que nadie diga que esto no es cierto, porque hasta al presidente de la Suprema Corte de Justicia le impidieron un día entrar a una de esas playas!
El ejemplo de Isla Saona
El mejor ejemplo de desarrollo económico regional es el turismo que ha crecido -y sigue creciendo- en la zona de La Romana y Bayahibe.
Bayahibe era una aldea de pescadores, un poco más grande quizás que Las Cuevas, ahí en Cabo Rojo. Pero cuando comenzó a desarrollarse el turismo llegó para esos pescadores la oportunidad de transformarse en transportistas de turistas. ¿Hacia dónde? Hacia Isla Saona, hacia sus playas totalmente abiertas, públicas, tanto para dominicanos como para extranjeros.
En la Isla Saona no ha sido necesario construir hoteles para que el turismo crezca en la zona. A esa isla y sus zonas cercanas del Parque Nacional del Este entran más de 325 mil turistas al año. Es decir, casi mil turistas por día.
Esos turistas motivan las entradas económicas más altas por visitación a un sitio natural que se conocen en El Caribe, poniendo en movimiento una economía que ha permitido que tanto Bayahibe -la antigua aldea de pescadores- como otras zonas de La Romana, hayan dado un enorme salto cualitativo en sus condiciones materiales de vida.
Pero eso solamente ha sido posible porque Isla Saona se ha mantenido en estado natural, sin hoteles y sin privatizar sus playas, de manera que puede ser visitada por todos los turistas que llegan tanto desde La Romana como desde Bayahibe, desde Higuey, desde San Pedro de Macorís, desde Santo Domingo e incluso desde los hoteles de la costa norte en busca de una isla salvaje y de piratas.
Si se construyen hoteles en Isla Saona o dentro del Parque del Este ahí mismo se caería la economía local de Bayahibe y buena parte de La Romana.
La oportunidad de oro en Pedernales
La provincia de Pedernales no puede perder su gran oportunidad. Su oportunidad es que ahora es que se está conociendo la importancia de sus recursos naturales, comenzando con el Parque Jaragua y el Parque Sierra de Bahoruco.
Millones de turistas en todo el mundo quieren moverse a sitios naturales, y la República Dominicana ofrece cientos de éstos. Pero mucho mayor interés en esos turistas genera saber que pueden visitar dos parques nacionales que junto con el Lago Enriquillo conforman una Reserva de Biosfera de protección mundial.
Si contando con esto tienen además la oportunidad de estar en una de las playas más hermosas del mundo, Pedernales estaría pasando a convertirse en un destino turístico de primer orden.
Pero si a esos millones de turistas se les informa que el principal atractivo (Bahía de las Aguilas) está privatizado, que tiene uno o dos hoteles dentro, ese interés decaerá, puesto que a nadie le gusta visitar un sitio al que no pueda entrar, mucho menos luego de haber pagado una fortuna para llegar hasta él.
De manera que se hace necesario desmontar el plan que hay contra Pedernales. La oferta turística de esta provincia no puede estar limitada solamente a la capacidad de turistas que ofrezca Bahía de las Aguilas. La capacidad turística de Pedernales tiene que abarcar desde Cabo Rojo hasta la frontera. Y si es necesario transformar a Las Cuevas en una villa artesanal, donde se ofrezcan transporte en lanchas, botes y veleros a Bahía de las Aguilas, transporte en caballos atravesando el Parque hasta la Bahía, transporte desde la playa misma de Pedernales, y junto con el transporte mil posibilidades de mover dinero del turismo hacia las comunidades, pues que ocurra, pero no puede limitarse el desarrollo de Pedernales.