Henry Ely la voz prodigiosa del canto lírico

Henry Ely  la voz prodigiosa del canto lírico

Para cualquier otro, cantar era algo grandote, espectacular, pero para mí fue algo sencillo, simple y agradable. Era algo tan normal… me placía ver tantas caras distintas. Era un encuentro: Yo con ellos y ellos conmigo, y lo que uno deja es una estela de agradabilidad y gratísimos recuerdos y eso no se compra con dinero”, afirmó el tenor dominicano Henry Ely.

Con esta frase, el cantante lírico inició una interesante conversación pletórica de recuerdos y momentos estelares que impactaron su vida. Todo ello narrado con una exactitud increíble y rica en detalles.

Henry Ely, quien en su momento fue llamado “La voz prodigiosa del canto lírico”, llevó el nombre de nuestro país a los puntos más altos de tan exigente arte. En la década de los 60 del siglo pasado, el tenor ya era una figura reconocida no solamente en República Dominicana, sino en Europa y América, continentes en los que con luz propia brilló gracias a su talento. Y fue precisamente su talento el que lo llevó a actuar en escenarios tan famosos como el Teatro Massimo de Palermo o el Carnegie Hall de Nueva York.

Con un maletín negro al hombro cargado de fotografías y recortes periodísticos que resumen una gran parte de su exitosa trayectoria, Henry llegó hasta acá. De sonrisa y trato afable, el tenor habla de su vida y de las personas, colegas y profesores que tuvieron que ver con su desarrollo. Sus ojos brillaban de emoción al recordar que en el canto se inició siendo un niño. A los cuatro años empezó a cantar y a los nueve lo hizo de manera pública. Esto ocurrió el 29 de diciembre de 1948 en el Colegio Cibao de Santiago, su pueblo natal, dirigido por Herminia Heureaux, una sobrina de Lilís.

Ese día, recordó el intérprete, fue elegida Primavera Guzmán como la ganadora del reinado. “¡Yo lo recuerdo como ahora mismo!”.

“Para mí, cantar se inició de manera simultánea al hecho de tomar conocimiento de la vida y de las cosas. Siendo un niño yo descubrí que iba a ser cantante. Lo único que he hecho en mi vida es cantar. Lo he cantado todo: ópera, zarzuelas… Tan así es que la primera vez que fui a Puerto Rico fue a cantar una serenata”, aseguró con una carcajada.

El 9 de octubre de 1960 es una fecha clave en su carrera. Ese día a las 3:00 de la tarde su vida dio un giro importante y para bien. El dictador Rafael Leonidas Trujillo lo mandó a buscar con una comisión, entre los que se encontraba el trío Los Juglares, para que le fuera a cantar. A su padre, un hombre muy recto, que en dos oportunidades había rechazado becas para su hijo de los embajadores de México y Argentina, no le quedó más opción que aceptar.

“Hasta ese día estuve haciendo lo que hacía desde que tenía nueve años: Levantarme a las 6:00 de la mañana, tomar mi bicicleta y el macuto para ir al Mercado Yaque a comprar arroz, habichuelas, azúcar. Hacía la avena o el chocolate y luego me iba a la escuela”, relató emocionado y con añoranza de esa vida de pueblerino.

El éxito. Tras el ajusticiamiento de Trujillo, el tenor tomó rumbo a Estados Unidos en busca de ampliar sus horizontes. En 1962 regresa al país y dos años después se va a Italia. Allí logró un gran éxito. Se convirtió en el primer dominicano en ser aceptado en la academia Santa Cecilia, de Roma, donde obtuvo el primer lugar en méritos en el examen de admisión.

Además se ganó una beca para el Centro de Perfeccionamiento del Teatro Massimo, de Palermo, graduándose dos años después junto a la soprano Elena Mauli Nunciata.

El teatro lo contrató por tres años para las temporadas de óperas.

Un gran honor. Con relación a la opinión del locutor de Santiago Ramón de Luna, quien considera que el Gran Teatro del Cibao debería llevar su nombre y no el de Mónica Boyar, el tenor aseguró que se sentía feliz.

“Me place y él también, porque la historia no podemos ni borrarla ni negarla. Históricamente, el cantante que más ha cantado, el único graduado en la historia del país en Italia, he sido yo. Aún estando contratado en esa nación, yo regresaba a darle calor a mi país”, aseguró.

La Comisión de Cultura de la Cámara de Diputados ha discutido un proyecto de ley con el que busca colocar al Gran Teatro del Cibao el nombre de Mónica Boyar, una dominicana nacida en 1920 que desarrolló su vida artística en Estados Unidos y que además fue luchadora antitrujillista.

Sin quitarle méritos a Boyar, quien fue una artista polifacética, Henry entiende que él “indiscutiblemente es quien más ha hecho por el canto en el país”.

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