Heridas emocionales de una pandemia

Heridas emocionales de una pandemia

José Miguel Gómez

La acumulación de diferentes pérdidas ha resultado en los duelos colectivos

Millones de personas han quedado con “recuerdos dolorosos”, “tristes” o “traumáticos” después del covid-19.
La acumulación de diferentes pérdidas en la vida de las personas ha tenido como resultado los duelos colectivos: pérdida por fallecimiento, pérdida financiera, pérdida de trabajo, pérdida de estatus social, pérdida por divorcio,pérdida de proyectos, pérdidas de oportunidades de diferentes tipos, etcétera.

Estas experiencias traumáticas y de recuerdos dolorosos han construido heridas emocionales, que las personas a veces no logran identificar a través de síntomas como: tristeza, desanimo, abatimiento, ansiedad, miedo, nerviosismo, desesperanza, estado de minusvalía, pesimismo o sensación de una existencia cargada de incertidumbre.

Los cambios bruscos y sostenidos que ha producido la pandemia han desenfocado a personas, familias, gobiernos y empresas.
Cambios estructurales, para priorizar y focalizar gastos, reducir personal, o los trabajos desde las casas han tenido repercusiones en las emociones y conducta del tejido social.

El aprendizaje, los errores o fracasos de unos y otros después de la pandemia ha sido evidente y de impacto desde el confinamiento, las restricciones, el miedo al contagio y la angustia de muerte.

La resultante de todo este proceso fue el agotamiento emocional, es decir, las personas estaban estresadas, cansadas del encerramiento, de vivir junto a los niños, parejas y familia, más los estresores de una casa, o de un trabajo desde la casa; y, por otro lado, la falta de libertad, socialización y creatividad para construir iniciativas diferentes al trauma del día a día de la pandemia.

Ahora, un año después, continúan las heridas emocionales, la depresión, insomnio, ansiedad, culpa e incertidumbre. El estrés postraumático y los trastornos de inadaptación psicosociales, continúan afectando familiares, parejas y personas en su salud mental.

Esos pensamientos dolorosos, recuerdos traumáticos y duelos no resueltos son los que estructuran emociones negativas o sentimientos depresivos y de baja autoestima en las personas.

Los traumas y los pensamientos configuran los comportamientos, y los comportamientos configuran los resultados de vida. Y, todo esto, el estrés crónico y la depresión, impiden que las personas utilicen de forma positiva sus funciones ejecutivas para reorientar, gerenciar o utilizar de forma asertiva sus comportamientos sociales.

La pandemia ha quedado como una experiencia no agradable en las emociones de las personas, o como recuerdos dolorosos que se sienten o se viven con ellos, pero que a veces no se sabe cómo repararlos o cómo superarlos para volver a coger el timón de la vida.

Paradójicamente, existen personas que la situación de la pandemia se le fue de las manos: deudas, pérdidas de ahorros, pérdidas de activos, desafectos y desvinculación de parejas, amigos o familiares.

Desgraciadamente a las heridas emocionales no se le puede poner curitas; debido a que las heridas han calado profundo, han ocupado el cerebro, la autoestima, y han dejado huellas emocionales que cientos de personas no son conscientes de sus repercusiones y cambios de conductas psicosociales.

Efectos como la ira, la rabia, frustraciones, enojos, críticas, confrontaciones, desafíos o riesgos que se asumen sin valorar las consecuencias, son partes de las heridas emocionales negativas.

A pesar de la vacuna, algunos países viven nuevas olas de rebrote del covid-19, o han tenido que volver a los confinamientos, restricciones, y los temores y miedos que no se han superado de los primeros meses de la pandemia.

En medio de la tormenta hay que mantener la calma, tranquilizarse, organizar el proyecto de vida, focalizar las prioridades, controlar la ansiedad, administrar el miedo y proteger la familia, parejas, hijos, economía, y todo lo que nos pueda afectar.

A veces no se puede cambiar el pasado y algunas cosas del presente, pero podemos transformarlo con actitudes emocionales positivas; el dolor emocional es inevitable, pero el sufrimiento es opcional; se puede organizar una crisis, gerenciar de forma positiva una experiencia dolorosa y hasta se puede crecer y avanzar en medio de la peor situación que enfrentemos en la vida.

Proteger sus emociones, sus comportamientos y sus resultados de vida en toda esta pandemia prolongada en la que vivimos, debe ser la estrategia de todos para curar las heridas emocionales.

En medio de la tor- menta hay que mantener la calma, tranquilizarse, organizar el proyecto de vida

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