La hiperosmia es un trastorno en el que el sentido del olfato está elevado. Esta mayor capacidad para percibir olores generalmente ocurre debido a otra condición, pero también puede aparecer por sí solo.
Aquellas personas que poseen hiperosmia son capaces de percibir muchos más olores de lo que consideramos normal. Pueden distinguir un olor camuflado entre otros, por ejemplo, una flor entre la basura o una persona que está cerca aunque no la vean, simplemente porque huelen su perfume a distancia.
Cuando alguien tiene esta condición, experimenta olores con mucha más fuerza que otras personas, lo que puede llevarla a experimentar malestar y ciertas complicaciones, como alergias, debido a olores específicos a los que es más sensible.
No se han realizado muchas investigaciones al respecto porque esta condición es muy poco habitual. Sin embargo, se sabe que los hiperósmicos poseen más conexiones neuronales entre las células detectoras de partículas volátiles que están en el interior de la nariz y el bulbo olfativo que se encuentra en el interior del cráneo.
Esta conexión aumentada provoca que todas las partículas que entran en la nariz sean percibidas más intensamente.
La hiperosmia tiene su origen en factores genéticos, es decir, puede ser congénita y la persona vive con esta característica desde su nacimiento.
También puede deberse a trastornos neuronales producidos por el consumo de sustancias alucinógenas, trastornos metabólicos y por motivos hormonales, tales como las migrañas, un embarazo y la menopausia, entre otros.
En estos casos, la hiperosmia puede darse en una época de la vida y luego marcharse sin dejar rastro.
Según publicaciones de investigadores del área de otorrinolaringología de la Organización Mundial de la Salud (OMS), curiosamente, quienes padecen de una hiperosmia “pasajera” son algunas embarazadas (sobre todo al inicio y final de la gestación). El hecho de que afecte a las mujeres en estado se debe, principalmente, a un aumento de la concentración de estrógeno y progesterona.
Blancos perfectos. La razón por la que las mujeres pueden verse afectadas por esta condición tras llegar a la menopausia es el cambio en los niveles hormonales; pero también ocurre en pacientes con la enfermedad de Addison, la enfermedad de Basedow (hiperproducción de las hormonas de la glándula tiroides); pacientes con fibrosis quística, hipertiroidismo e incluso algunas alteraciones neuronales (debido al consumo de algunas sustancias alucinógenas) o que se encuentren bajo el síndrome de abstinencia de benzodiacepinas (tras un periodo prolongado consumiendo medicamentos psicotrópicos).
¿Y la cura? No hay una cura para los casos que no son temporales. Los expertos afirman que lo mejor en estos casos es alejarse de todo aquello que tenga olores demasiado fuertes. Hay tratamientos basados en inhibir las dopaminas (los neurotransmisores que conectan las neuronas) para limitar la cantidad de olores que llegan al bulbo olfativo.
Un hallazgo interesante dado por investigadores es que la hiperosmia es uno de los primeros síntomas que aparecen en los pacientes enfermos de alzheimer, parkinson y huntington.