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Cuando el hombre comenzó a servirse del caballo. Contestar esta pregunta es pretender fijar fecha exacta a la prehistoria. Los primeros documentos que lo demuestran a caballos son de apena unos cuantos miles de años antes de la era cristiana. Desde luego el ser humano no comprendió toda la utilidad de este animal del día a la noche. Comenzó por alimentarse con su carne. Hasta que poco a poco viéndolo galopar por la pradera en grandes manadas, veloz, ímpetuoso, con las crines al viento, le surgió el deseo de galoparlo. E instintivamente encontró el modo de dominarlo y transformase en su amo.
Casó padrillos, los crió, aprendió a domarlos y se convirtió en jinete. Para un hombre sin otra fuerza que una piedra desbastada como arma, lograr ser dueño y señor de aquellos caballejos peludos fue una verdadera revolución emancipadora. La distancia se le acortaron, conoció la velocidad. Su vida cobró otro ritmo, aumentó su audacia y en cierto modo se sintió diferente de sus semejantes, de aquel que seguía caminando con sus propios pies.