Gracias al feminismo hoy contamos con mujeres excepcionales en los gobiernos de todos los países occidentales. Y no hay mayor dificultad propiamente racional ni emocional para que el varón acepte que sea mamá quien gobierne. El homosexualismo, a su vez, es un movimiento que reivindica derechos de personas de cualquier sexo respecto a las formas de vivir y llevar a cabo sus relaciones personales. En buena media su auge como movimientos sociales y políticos, es reciente.
La homosexualidad existió desde la antigüedad; según los hebreos, ya en Sodoma hubo empoderamiento de varones que exigían a Lot que les entregase a unos hermosos varones de visita en su casa, con propósitos homosexuales. Aunque Lot, avergonzado, les ofreció a sus hijas, fueron los atléticos visitantes quienes usando sus fuerzas disuadieron a los amotinados.
En la cultura griega hasta sus dioses varones violaban a sus hijos varones y hasta a sus madres. Alejandro, El Grande, llevó desde Macedonia, por todo su victorioso recorrido a su varón amado.
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El homosexualismo, como ideología social movimiento social es, no obstante, un fenómeno reciente, producto del desarrollo industrial, del marketing comercial y político, del consumismo, el estrellato mediático, la diversificación de modas y usos de vestidos y afeites; que culmina en el reclamo de un lugar respetado (o temido) en el mundo industrial y político, con vocación de posicionarse y establecerse para lo que quede de vida humana en nuestro planeta.
El desarrollo industrial igualó en las fábricas habilidades e ingresos de hombres y mujeres. Llevando al varón a compartir las labores del hogar y la crianza de los niños.
En la periferia tercermundista, en cambio, el varón no logra formar parte de la modernidad ni alcanzar muchos beneficios del proceso de modernización, al tiempo que pierde privilegios de la sociedad tradicional, lo cual aumentó las dificultades y tensiones en la pareja, y en la crianza de los hijos.
Paralelamente, los medios de comunicación aumentaron aspiraciones y demandas. El efecto demostración: modas, consumismo, símbolos de éxito (status). Aumento de los divorcios, las formas desconsideradas y agresivas entre hombre y mujer, la propensión a permanecer solteros, varones y hembras, y promiscuos. Descalabro de la familia y la sociedad.
Homosexualidad y el homosexualismo aparecen, entonces, como formas de conducta socialmente promovidas y aceptadas. A menudo asociadas, reforzando luchas justas y reivindicativas contra el machismo y la discriminación social y otros valiosos aportes.
Concomitantemente, aspiraciones y reivindicaciones, de mujeres como hombres, llevan a un mayor rechazo del matrimonio, del rol de padres tradicionales, sin apropiados ajustes y redefiniciones de dichos roles. Abundando las demandas insatisfechas, tanto las recíprocas de la propia pareja, como las de cada cual respecto de sí mismo (o misma).
En el plano público y político, diversas formas de aspiraciones y protestas sociales, tanto de mujeres como de homosexuales parecen ir de las manos. Mientras, al macho el sistema ni las circunstancias lo ayudan. Se frustra, se torna más agresivo. Se desliza hacia la corrupción y la nada. O ha de procurar un reposicionamiento en términos de rol-estatus.