Huelga compulsiva

Huelga compulsiva

Claudio Acosta

“Ellos serán los responsables de lo que les pueda ocurrir”. La reacción del dirigente popular Ángel Reyes (Camarada) al comunicado que emitieron la semana pasada en rechazo a la huelga comerciantes y empresarios de San Francisco de Macorís explica porqué, a pesar de estos haber anunciado que ayer abrirían sus comercios se plegaron a la protesta, que según reportes de prensa impactó parcialmente la actividad productiva de las 14 provincias del Cibao pero afectó en su totalidad la docencia en escuelas y colegios privados, que no abrieron sus puertas por razones de seguridad.

Al momento de escribir esta columna no se se habían producido víctimas fatales que lamentar a causa de la huelga, pero como ya es costumbre en esas protestas en Licey al Medio desaprensivos aprovecharon para saquear algunos negocios, entre estos bancas de lotería y establecimientos de comida rápida, en tanto en San Francisco de Macorís, como ya es también costumbre, revoltosos aprovecharon para practicar guerrilla urbana enfrentándose a tiros con las tropas policiales enviadas a preservar el orden.

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Uno de los voceros de las organizaciones sociales y populares convocantes declaró a nuestro corresponsal José Alfredo Espinal que el paro fue contundente en Bonao, Nagua, Samaná, San Francisco de Macorís, Salcedo, Mao, Licey al Medio, Navarrete y Santiago, entre otros, y acusó a las autoridades de pagar turbas para producir hechos delictivos “y satanizar el derecho a protestar de los pueblos en lucha”.

Es esa una acusación muy seria que ojalá pudiera probar, pero también la forma más fácil y rápida de marcar distancia con hechos que desde hace tiempo vienen desnaturalizando el propósito de las protestas reivindicativas en el Cibao, de lo que pueden dar elocuente testimonio comerciantes de Licey al Medio y Navarrete, víctimas recurrentes del tigueraje que ayer se aprovechó de otra huelga compulsiva para hacer de las suyas con total impunidad.