Aunque nunca militó en una organización socialista, Hugo Tolentino Dipp se considera un hombre de izquierda. Fue un gran estudioso del marxismo pese a que quizá sintió otras inquietudes políticas siendo alumno de Manuel Fraga Iribarne, en España. “Yo tuve en mis manos sus cátedras de sociología, a él le permitían cosas que a ningún otro catedrático acerca de los movimientos democráticos, las democracias europeas, el análisis sociológico sobre el pensamiento materialista”.
Sin embargo, fue en un recorrido por el barrio de la gran bohemia parisina cuando sintió que era prácticamente un ignorante en cuanto a los padres de esas corrientes políticas, sociales, económicas, filosóficas.
“Un día, atravesando el Jardín de Luxemburgo había un grupo de estudiantes del bachillerato y yo los escuchaba discutir mencionando a Diderot, Rosseau, Voltaire, y debatían acerca de las influencias de otros países que había recibido el movimiento de la Ilustración, de las luces, francés, y las que impregnaron al Barón de Montesquieu. En la Universidad de Santo Domingo yo escuché algo sobre Rosseau, Montesquieu y las tesis sobre la Separación de los Poderes, pero de ninguna manera con la profundidad que esos jóvenes”, cuenta. Se sintió muy acomplejado porque desconocía a esos autores y se dirigió a la librería a comprar sus libros.
Justifica la importancia que da al episodio porque “yo iba a Francia a buscar una formación sólida y ese fue uno de los puntos de partida para adentrarme en lo que era el pensamiento liberal y vincularme de manera definitiva al desarrollo de ese pensamiento llegando, en el transcurso de los años, al marxismo”.
Al conocerlo puso su atención en la necesidad de la búsqueda del pensamiento liberal dominicano “desde Duarte, la Independencia, el Manifiesto del 16 de Enero lleno del Pensamiento de la Ilustración que no es otro que el de la burguesía frente al feudalismo”.
-Pero muchos lo han afiliado en el Partido Socialista Popular (PSP)-, se le comenta. “No, yo adquirí una formación marxista, pero intelectual, no para militar en un partido. Yo sí estuve cerca de los miembros del PSP: los Ducoudray (Juan y Félix Servio), Pedro Mir, José Espaillat, Tulio Arvelo, me vinculaba en el aspecto intelectual y del marxismo, pero había diferencias en la interpretación de la historia social dominicana”.
Agrega que esta relación se interrumpió “cuando los amigos del PSP se vincularon a Juan Bosch, ya yo estaba en el PRD de Peña Gómez”.
El tema es recurrente porque en casi toda la izquierda existe la convicción de que él perteneció al PSP. “La gente creía, responde, pero nunca pertenecí y eso lo sabe la alternativa que surgió después de la revolución”, como dirigentes de esa organización.
Añade que “entre los viejos y yo había contradicciones profundas” sobre todo en la apreciación de la realidad nacional. Dice que tenían un folleto sobre el análisis de la nación dominicana y que estaban “aferrados al esquema de los manuales soviéticos acerca del desarrollo de las sociedades”.
Consideraban, expresa, que la esclavitud aquí “era igual a la griega o la romana, que había existido el feudalismo, y yo pensaba que habíamos hecho un proceso que no tenía nada que ver con el que hicieron las sociedades europeas y otras. Las características que tenía la esclavitud aquí era condicionada por el capitalismo mundial. Las latinoamericanas produjeron relaciones sociales totalmente diferentes e instituciones peculiares, propias”.
Significa, en contraposición a la postura del PSP, que la formación “de nuestros pueblos no partía de la existencia de una burguesía acabada como clase predominante sino de la lucha contra el colonialismo y en la búsqueda de la independencia nacional”.
Hugo y la expedición de junio. Desde su infancia sostuvo una gran amistad con José Cordero Michel (Pilón), que se extendió hasta Europa, donde compartieron el exilio. Se ha dicho que acompañaría al combatiente en la expedición del 14 de Junio de 1959, sobre lo que se le cuestiona.
“José vivía en Escocia y venía a París de vez en cuando hasta que se quedó y estudió economía. Tiene que irse a Estados Unidos y de allí se va a Puerto Rico, ofrece una conferencia y estando ahí se entera del movimiento revolucionario en Cuba. Habiendo triunfado Fidel se enrola en la expedición contra Trujillo y me escribe informándome que la expedición está a punto de salir”, relata.
Hugo le envió una carta poco antes del desembarco pero aunque no revela el contenido de la misiva se interpreta que le expresó su deseo de integrarse, porque el amigo le remitió otra comunicándole que “yo no tenía por qué ir a Cuba porque los cubanos no tenían dinero para mandar a una persona individual”.
“Yo no venía, no estaba enterado, me entero por la carta de José Cordero”. Admite que “existe esa idea” y esclarece que él “no tenía esa perspectiva, el aislamiento era grande y el conocimiento que yo tenía acerca de la expedición era muy poco”.
Hugo es un conversador encantador que no niega respuesta a ninguna interrogante ni esconde lo que algunos han llamado su “vida licenciosa” en París, porque supo compartir el disfrute con trabajo y estudio. De esa capital habla con fascinación, mencionando personajes y lugares en un francés perfecto que piensa entiende siempre su interlocutora. Allá se relacionó con artistas e intelectuales de gran fama con los que aún se comunica.
Ese tema es tan apasionante en él como el de sus ancestros libaneses de los que habla con orgullo y cuyas fotos exhibe en lugar preeminente de su biblioteca, tan voluminosa que le dejó completo su anterior apartamento. En ese lugar como en el espacioso piso donde reside tiene álbumes de fotos con gobernantes, políticos, en conferencias, de viaje, en sus diferentes funciones, en traje de baño, bermudas, “jeans”…
Su biblioteca atrajo a Bosch, cuyo nombre surge en algunas charlas, como en esta. Narra que en París se sintió inclinado por el Partido Socialista “y naturalmente, por las tesis marxistas que marcaban la orientación ideológica” de esa organización.
“Francois Mitterrand y Mendes France eran mis personajes favoritos de aquella época en Francia sin que dejara de admirar, aun no compartiendo muchos de sus escritos políticos, a Charles De Gaulle”, manifiesta. Sus inquietudes, su concepción de lo que debía ser la justicia lo llevaron a profundizar “en los pensadores progresistas franceses entre ellos en los grandes del marxismo”.
-¿En algún momento viajó a la Unión Soviética o a Cuba?-.
“Nunca fui a la Unión Soviética. A Cuba sí, como rector de la UASD, con una delegación de decanos y estudiantes, invitado por el rector de la Universidad de La Habana, obviamente, por el gobierno cubano”. Y volvió como jurado del Premio Casa de las Américas “no durante el gobierno de Juan Bosch”. La aclaración es porque Bosch afirmó lo contrario, lo que desató un impetuoso debate entre el expresidente y el polémico Hugo.