El ejercicio de casi todos los partidos políticos, por lo menos en nuestro país, se basa en el arte de alcanzar, mantener y evitar que el otro llegue al poder. Esta práctica o conducta debe ser cambiada y extirpada. Es bueno aclarar, que ese proceder o conducta no podrá ser modificada con los partidos obsoletos y tradicionales, esos que sólo han generado resentimiento, pobreza y desconfianza en una población muy sedienta y en búsqueda de mejoría integral, mejor expresado, un pueblo que anhela por un milagro social.
Para que suceda el milagro social, nos vemos obligados a proponer una coalición civil, integrada por hombres y mujeres de todos los sectores, y donde la única prioridad de ellos sea, crear una cirugía para extirpar el tumor que está obstruyendo que las familias dominicanas puedan vivir con dignidad, con equidad y con una justicia que realmente sea funcional. Una coalición civil, no monitoriada por las estructuras partidistas, donde la única ambición de ese grupo catalizador sea el bienestar común y volver a la doctrina de la democracia, la cual es equidad e igualdad de oportunidades.
El pueblo dominicano se ha acostumbrado a una feria, a un circus instalado por personas que viven de la política, y no permiten que nadie más intervenga en las decisiones que directamente afectan a la mayoría. Es un escenario lleno de máscaras, de espejismos, de ilusiones, fantasías y apariencias. Nos han moldeado para que pensemos en lo precario, en el ahora de siempre, un siempre preñado de anarquía y exceso de poder, en un inmediatismo político, en una guerra de posicionamiento para obtener beneficios viscerales. Hemos abandonado la idea del progreso, de la transformación, de generar riquezas colectivas, de la mi nstitucionalidad; el proyecto de Duarte sólo lo recordamos cuando celebramos la independencia; de hecho, es un Duarte que aún no ha nacido en el corazón del pueblo dominicano. Hemos cambiado las prácticas que realmente nos generan desarrollo, para convertirnos en esclavos de un sistema partidista que hasta ahora no nos ha funcionado.
¿Qué haremos? ¿Seguiremos quejándonos? Debemos parar las quejas, los ataques, debemos abandonar la estructura de crítica, debemos revaluar la estructura de protesta, la cual hemos usado por decenas de años y sin obtener resultados neurálgicos, y debemos desmantelar las estructuras que no nos han dado resultados. Miremos hacia atrás, observemos a las naciones más estables y prósperas, todas ellas fruto de una coalición basada en la transparencia del ejercicio político; este es el caso de Suiza, Alemania, Noruega, Bélgica, Austria, Suecia; entre otras, todas ellas, decidieron trabajar en base a acuerdos interpartidistas. Según los estudios e investigaciones, gobernar en un ambiente de coaliciones genera una práctica más sana de la democracia, cristaliza la democracia, se crea un ambiente de colaboración y crecimiento institucional. Entonces, ¿cómo crear ese ambiente en un país como el nuestro? Ya los partidos convencionales perdieron la capacidad de producir, lanzaron al mar la llave que enciende el motor de la gobernabilidad funcional. ¡’Ya es tarde!, no pudieron, no han podido, ni podrán encontrar esa llave.
Por tal razón, proponemos la obligatoriedad de una coalición de ciudadanos notables y voluntarios. Proponemos unir voluntades de todos los sectores de la sociedad dominicana, sectores populares, educativos, religiosos, no religiosos, médicos, empresarios, productores, poetas, artistas de todas las disciplinas. Proponemos que esa coalición genere un plan de Estado, medible, práctico, no complicado. Proponemos una coalición que sirva de norte, de guía, que pueda ver el país de forma diferente. Esperando así, que nuestro pueblo pueda gozar de las riquezas que nos ha otorgado nuestro suelo dominicano. La propuesta es una realidad, una necesidad y una urgencia.