Por Naram Jiménez Logroño
La izquierda y derecha son dos términos que durante más de dos siglos se han utilizado habitualmente para señalar la diferencia entre las ideologías y movimientos que dividen el mundo del pensamiento y la acción de los políticos.
Los términos de izquierda y derecha siguen formando parte de la terminología política, a pesar de los diversos argumentos que se utilizan en la actualidad para cuestionarla. Cuando hablamos de políticos, no dudamos en etiquetarlos y preguntarnos a que corriente pertenecen. El uso de estas dos palabras se remonta a la Revolución Francesa en el año 1789, cuando la Asamblea Constituyente de Francia sesionó para medir el poder y alcance del Rey Luis XVI, generando aquel debate para aquellos conservadores que pretendían que continuara la monarquía y que eran leales a la corona, se ubicaran a la derecha de la sala, mientras que, aquellos liberales que buscaban limitar esas prerrogativas, se ubicaran a la izquierda de la sala.
La distinción de izquierda y derecha existía antes de que surgieran distintas doctrinas y sistemas políticos que se conocen actualmente, sobre todo por el continuo desarrollo de la sociedad y la creación de nuevos conflictos políticos que produjeron movimientos los cuales no pueden clasificarse en términos tradicionales.
Antes de convertirse en un símbolo político, los significados originales de izquierda y derecha eran unívocos, en el entendido de que la derecha siempre presentaba un impacto positivo y la izquierda siempre uno negativo. El siglo XIX favoreció la idea de un progreso gradual, con varias etapas irreversibles que debían atravesarse, de la forma que sostenían figuras intelectuales como Kant, Hegel y Marx, a través de distintas teorías doctrinarias.
La extrema izquierda se define como movimientos igualitarios y autoritarios. En el centro de izquierda existen doctrinas y movimientos libertarios e igualitarios que se pueden denominar socialismo liberal. Mientras que, en la extrema de derecha existen doctrinas y movimientos antiliberales y antiigualitarios, para los cuales no parece necesario señalar los conocidos ejemplos históricos del fascismo y el nazismo. En el centro de derecha, existen doctrinas y movimientos libertarios y desigualitarios que incluyen a todos los partidos conservadores. Por su parte, el comunismo y el socialismo democrático en la izquierda y el fascismo y el conservadurismo en la derecha, por lo que, estos movimientos, aunque diferentes, pueden convertirse en aliados potenciales en circunstancias excepcionales.
En ese sentido, el filósofo Italiano Norberto Bobbio señalaba que: “En otras palabras, izquierda y derecha no son palabras que designen significados inmutables, sino que pueden significar cosas diferentes en tiempos y situaciones diferentes.”
Por otro lado, ninguna doctrina o movimiento puede ser al mismo tiempo de izquierda y de derecha. Aquellas circunstancias cuya solución es parte de la actividad política cotidiana, crea posiciones intermedias donde la izquierda se encuentra con la derecha, y que esas posturas conforman una zona central que se conoce como centro.
El fascismo y comunismo son corrientes mutuamente excluyentes, a pesar de su enemigo común, la democracia, cuyas reglas permiten que la izquierda y la derecha se alternen en el gobierno. La izquierda ha sido desarrollada bajo la esperanzada y positiva idea de que, si se entiende en su significado original, entonces se convertiría en el sistema político predominante.
El colapso del sistema soviético no provocó el fin de la izquierda, sino el fin de un movimiento de izquierda durante un período determinado. Por lo que escuchamos que la izquierda ha estado bajando y la derecha ha estado subiendo. Después de la caída de los regímenes comunistas, podemos escuchar en reiteradas ocasiones la misma pregunta: ¿Todavía existe la izquierda y la derecha?
La izquierda por su parte, ha alcanzado su mayor ascenso en Latinoamérica en las últimas décadas, después de años de inclinarse hacia la derecha. Esto inició en el año 2018 con la elección del presidente Andrés Manuel López Obrador en México y que ha continuado con la victoria de Luiz Inácio Lula da Silva en Brasil, dejando las seis economías más grandes de la región dirigidas por líderes electos sobre corrientes de izquierda: Brasil, México, Argentina, Colombia, Chile y Perú.
Desde Argentina con el presidente Alberto Fernández, en Colombia con el presidente Gustavo Petro (convirtiéndose en el primer presidente de Izquierda en la historia de ese país), en Chile con el presidente Gabriel Boric y en Perú con la presidenta Dina Boluarte por sucesión constitucional. Estos mandatarios se encuentran entre los líderes políticos que llegaron a la victoria, pero que enfrentan enormes desafíos al tratar de cumplir con las altas expectativas de los votantes.
Según un informe realizado por Latinobarómetro, una corporación reconocida de derecho privado y sin fines de lucro con su sede en Santiago de Chile; Brasil y México son las mayores economías de Latinoamérica, de acuerdo al Producto Interno Bruto (PIB) registrado en el año 2022. En ese año, la cantidad de bienes y servicios producidos en Brasil alcanzó un valor estimado de 1,92 billones de dólares estadounidenses, basado en valores corrientes. Mientras tanto, en segundo lugar, el PIB de México ascendió a 1,41 billones de dólares y en el tercer lugar se situó Argentina, con un PIB de alrededor de 632.240 millones de dólares.
Una combinación de fuerzas ha llevado a este nuevo grupo al poder, incluida una pasión anti-gobernante impulsada por el rechazo de la pobreza y la desigualdad, que solo se han visto expuestas por la pandemia COVID-19 y han profundizado la frustración entre los votantes que han descargado su descontento contra los candidatos de la derecha. Esto ha conllevado que la clase media esté retrocediendo y, en su lugar, los gobiernos enfrenten la pandemia, una inflación vertiginosa alimentada por la guerra en Ucrania, una creciente migración y consecuencias económicas y sociales cada vez más terribles del cambio climático, sumándole el aumento en los precios de los alimentos y los combustibles, junto con una intensa desaceleración económica.
Latinoamérica como región, nunca ha contado con democracias instaladas en todos los países de manera simultánea. Siempre hubo un país, al menos, con una dictadura. La recesión democrática que se ha descrito, no se refiere a esas dictaduras sino más bien al declive y vulnerabilidad al que han llegado los países de la región después de una década de deterioro continuo de la democracia.
Este último giro izquierdista significativo en Latinoamérica, ha sido impulsado por un auge de las materias primas que permitió a los líderes ampliar los programas sociales y mover a un número extraordinario de personas a la clase media como sucedió en Brasil. Justo cuando los nuevos líderes asumen sus cargos, sus promesas de campaña han chocado con una realidad diferente, creando un escenario dificultoso para los electores que ya se encuentran afectados de la buena voluntad que alguna vez disfrutaron sus mandatarios.
Según ha señalado Bloomberg Línea, una marca de noticias multiplataforma en Latinoamérica y el Caribe, a través de los distintos eventos que han ocurrido, se ha evidenciado lo convulsionada que se encuentra Latinoamérica en términos políticos, ante una marcada polarización en el discurso de los líderes, enfrentamientos en las calles y, en algunos casos, finales trágicos. Los pronósticos para la región anticipan una conflictividad política y social, lo que conlleva un desafío para la región y hace más cuesta arriba el escenario actual.
En Perú desde la destitución y encarcelamiento del expresidente Pedro Castillo, que ocurrió luego de que el exmandatario intentara disolver el Congreso, despertaron protestas en todo el país en contra de que la presidenta Dina Boluarte continúe en el poder. Sin embargo, Perú no es el único caso, en Brasil partidarios del expresidente Jair Bolsonaro atacaron el Congreso de la Nación, la Suprema Corte de Justicia y el Palacio Presidencial, a los fines de protestar contra un supuesto fraude en las últimas elecciones celebradas. Mientras que, en Colombia continúan los enfrentamientos entre las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el Ejército de Liberación Nacional (ELN) debido al intento de recuperar el control de varias demarcaciones antes dominadas por el antiguo grupo insurgente y que hoy son dominadas por el ELN.
A todo esto, la inflación superó el aumento de un 115% en Argentina, representando el incremento más alto y alarmante para ese país en las últimas décadas. A su vez, en Chile se presentan esfuerzos a los fines de que se lleve a cabo el segundo intento por modificar la Constitución, la cual solo ha sido modificada sustancialmente en años anteriores y que se encuentra vigente desde el año 1980, desde la dictadura de Augusto Pinochet.
En conclusión: ¿Qué ha sucedido en Latinoamérica? ¿La democracia ha tomado una dirección distinta? En el contexto político, ha quedado demostrado que las corrientes de izquierda y derecha evolucionan de manera simultánea, y en algunas ocasiones, erráticamente, en vista de que son relativas y no logran definirse constantemente.
Estos sistemas políticos, ya sean de izquierda o derecha, no surgen de la nada, siempre emergen para solucionar un conflicto explícito, llevar a cabo un proceso radical de transformación en un estado determinado y traer distintas expectativas a los ciudadanos, lo que conlleva sucesivamente un impacto en la política exterior y en la comunidad internacional. Por lo tanto, la distinción política es más histórica que lógica, con un contenido cambiante, y que representa una variación continua, incluso en nuestra época.
En la actualidad, los políticos continúan utilizando la vieja distinción de izquierda y derecha. No obstante, este giro izquierdista cambiará, y paulatinamente, regresará otra corriente de derecha en Latinoamérica, diferente a las anteriores. Sin embargo, a pesar de que se trata de explorar un fin a través de estos sistemas políticos, es necesario continuar con el buen desarrollo de la política como ciencia, a los fines de perseguir la búsqueda de las soluciones a los problemas sociales y económicos que dominan los distintos estados, y como bien señalaba Daniel Scioli, exvicepresidente de Argentina: “Más importante que estar a la derecha o a la izquierda, es estar en el centro con la gente.”
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