Ideologizando el subdesarrollo

Ideologizando el subdesarrollo

Teófilo Quico Tabar

Aunque subdesarrollo significa desarrollo insuficiente, dicha insuficiencia  debe entenderse  en relación a algo que amerita  comparación. Lo reitero, porque el concepto del subdesarrollo  se  incorpora cada vez más  al lenguaje rutinario de los economistas, políticos, sociólogos,  incluso del lenguaje común de la gente. Y de alguna manera  se presta a diversas interpretaciones. Algunos ejemplos:

Si un país,  teniendo un determinado volumen de recursos naturales,  no los explota hasta obtener de ellos el máximo rendimiento, se podría decir  que dicho país está subdesarrollado en relación con sus posibilidades. Si otro país, explotando poco o mucho sus recursos, no logra dar a sus habitantes el nivel de vida requerido  en  su condición de seres humanos, se podrá decir  que está subdesarrollado en relación a sus necesidades.

Si cualquier otro país, aunque el nivel de vida de sus habitantes supere el mínimo exigible, está por debajo de otros que han logrado niveles aún más altos, se podría decir  que está subdesarrollado en comparación con otros países. Y así sucesivamente.

El subdesarrollo es siempre, por definición, un fenómeno de insuficiencia. De insuficiencia grave y a veces mortal. El grado de tal insuficiencia se puede medir y de hecho se ha medido, por diferentes indicadores. Pero ninguno de ellos es absolutamente completo por sí solo. Y ninguno engloba en su integridad las causas o las notas esenciales del subdesarrollo. Pero cada uno resulta ser, por lo menos, un síntoma del mal. Como la fiebre lo es de la enfermedad, y todos en conjunto lo denuncian con certidumbre.

Esos índices en ocasiones  han sido utilizados con énfasis excesivos, y por tanto, distorsionan situaciones humanas a través de indicadores mecánicos: Producción de energía por habitante; disponibilidad de teléfonos, televisores o vehículos y tractores per cápita; producto bruto o ingreso neto por cabeza, así como otros similares.

Otros factores  que algunos analistas críticos consideran engañosos, resultan ser los índices de consumo promedio de calorías y proteínas; el porciento de viviendas dotadas de servicios sanitarios esenciales; el número de médicos por habitante y por región, o el porcentaje de analfabetos de un país.

Todos esos índices, sin embargo, coinciden en una realidad global  que solo se descubre en toda su dimensión, en su dramatismo vivencial. Cuando dejando de lado los promedios, se busca, se estudia y se comprueba descarnada y  directamente en los seres humanos que integran los distintos sectores de la población, las reales condiciones de su triste existencia diaria.

Hay quienes entienden que el subdesarrollo es un problema fundamentalmente económico de producción escasa y baja productividad, debido sobre todo al empleo de técnicas anacrónicas y agravadas por la explosión demográfica. Una de las  características de los países subdesarrollados.

Otros opinan que el subdesarrollo es básicamente un problema social de injusta distribución de la riqueza. Cuando pocos reciben mucho y muchos reciben casi nada. Y que esa distribución injusta se deriva a su vez, del modo en que se organizan las relaciones de producción y más concretamente el régimen de propiedad de los bienes de producción. Pero todo depende de la concepción ideológica. Lamentablemente casi  en extinción.  

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