La mezzo-soprano estadounidense Joyce DiDonato y el ensamble Il Pomo d’Oro, convirtieron la Sala Carlos Piantini del Teatro Nacional, en el paraíso soñado, con su espectáculo “Edén”, en el que a través de cuatro siglos de música desde el Barroco al clasicismo, nos conecta en un ideal sonoro, edificante, con la belleza indescifrable de la naturaleza y la realidad del mundo confuso de hoy, es un llamado a la resiliencia, a la paz, con el convencimiento de que, a través de la música y la siembra de semillas de esperanza, un nuevo mundo vendrá.
La sala queda a oscuras, apenas distinguimos la orquesta en el escenario, las cuerdas en murmullo, es una metáfora del silencio de los druidas y su respeto a la naturaleza, mientras Joyce DiDonato, poco a poco va bajando por la amplia platea, es el hilo ecológico conductor.
La trompeta interroga, “La pregunta sin respuesta” del compositor norteamericano Charles Ives, es la respuesta. Estamos en las puertas del “Edén”, un espectáculo emotivo, sensorial, que descubre a través de la música, con obras afines, el esplendor y misterio de la naturaleza.
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Desde una pequeña plataforma con círculos erguidos -símbolos del destino-, la gran artista nos va deleitando no solo con la belleza de su voz, también con su potencial histriónico, que nos adentra en el carácter de cada composición, escuchamos el lenguaje de los árboles en “La primera mañana del mundo”, de Rachel Portman, con magnífico texto de Gene Scheer.
El poder de la música nos permite aspirar el perfume de las plantas con el Lieder “Ich atmet’ einen linden Duft” -Respiré una suave fragancia- de Gustav Mahler y poemas de Frieddrich Rückert; Joyce y la orquesta logran el embeleso. El programa continúa con Sinfonía Terza, del compositor italiano, Marco Uccellini.
La voz de hermosa Joyce DiDonato se decanta “Con le stelle in Ciel che mai” -Con las estrellas en el cielo”, del violinista y compositor italiano de música clásica, Biagio Marini. El virtuosismo vocal de la mezzo-soprano, llega a un punto máximo en el aria barroca “Toglieró le sponde al mare” -Eliminar las orillas del mar- del oratorio “Adamo ed” -Adán y Eva-, del compositor cheo, Josef Myslivecek.
El sonido brillante del ensamble “Il Pomo d’Oro”, nos emociona con la bellísima “Sonata enharmonica” del poeta, pianista y compositor del barroco italiano, Giovanni Valentini.
Otro gran momento de Joyce DiDonato, es logrado con el aria “Piante ombrose” -Plantas sombrías-, de la ópera La Calisto, de Francisco Cavalli, en la que la carencia de las flores, lleva a la tristeza, es un lamento emotivo, bien expresado con la dulzura y matices de su voz, y sus bien colocados agudos y coloraturas.
En cada pieza el movimiento, la expresión corporal y gestual de Joyce es elocuente, colocada en la pequeña plataforma convertida en escenario teatral, nos conduce al Edén.
Sin pausas, en una espiral permanente transcurre el concierto, no se escuchan aplausos, se reservan… las luces focales crean la magia, se convierten en una melodía más. Una mano conduce, de ella depende la cohesión del espectáculo y especialmente de la orquesta; en su doble función, Edson Scheid, director y violinista de gran virtuosismo, logra la belleza del todo.
“La Danza degli spettri e delle furie” -Danza de los espíritus y las Furias- de la ópera “Orfeo y Eurídice”, del gran compositor Christoph Willibald Gluck, es impresionante, los violines logran momentos impactantes; luego en el Aria: “Ah! Non son io che parlo”- Oh, no soy yo quien habla” de su Ópera “Ezio” del período clásico temprano, Joyce DiDonato en una interpretación auténtica, proyecta con un fraseo exquisito la desesperación del personaje de Fulvia.
La soprano cierra su participación con el poema de Rückett, “Ich bin der welt abhanden gekommen” -Estoy perdido para el mundo-, musicalizado por Gustav Mahler. Joyce DiDonato, encarna la figura solitaria y olvidada, luego de un introito lento y sutil, su voz melodiosa expresa resignación, pero no es una despedida es un retiro de uno mismo.
El excelente cierre logra conmover al público, que finalmente expresa su satisfacción con prolongados aplausos, pero aun no terminaba la noche.
Una sorpresa nos esperaba, la participación del Coro de Niños y Jóvenes Campamento EDEN, dirigido por Nadia Nicola, nos emocionó al interpretar, “Semillas de Esperanza” y luego una canción muy acorde al propósito de EDEN, “Ojalá que llueva café”, de nuestro Juan Luis Guerra.
Una noche inolvidable, gracias a la gran mezzo-soprano Joyce DiDonato, al Ensamble Il Pomo d’Oro, y a la Fundación Sinfonía, por su aporte permanente a la Cultura dominicana.