El paso de los años no ha conseguido doblegar el hábito mayor que habita en mi ser, nada más y nada menos que la costumbre de leer. Admito que una vez me despego de la cama entro en contacto con las letras, y con ellas, de modo inconsciente, suelo al final de la jornada sumergirme en las suaves y tibias aguas de Morfeo. Anualmente doy seguimiento a la lista de personas galardonadas con el Premio Nobel en sus distintas categorías. Las personas seleccionadas en Fisiología y Medicina para el 2024 fueron los biólogos norteamericanos Gary Ruvkun y Victor Ambros por el descubrimiento de la molécula de Micro ARN, unidad biológica controladora del ácido ribonucleico que a su vez es el sintetizador de las proteínas que se fabrican en las células del cuerpo. Ya se puede imaginar la resonancia que tal aporte pudiera tener en áreas tan importantes como el cáncer, la aterosclerosis, respuesta a infecciones y todo un etcétera.
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La premiación en literatura correspondió a la surcoreana Han Kang con su nueva novela “Imposible decir adiós”. Mientras espero como pan caliente que sale del horno dicha obra para devorarla como suelo hacer a menudo, tuve que conformarme con saborear su intrigante narrativa La Vegetariana. Se trata de un relato que más que novela se vive como un cuento largo. Una joven quien de manera repentina decide renunciar a todo lo que signifique proteína y grasa animal. Tal conducta sorprende a su esposo y luego a toda su familia y demás. Nunca imaginé que un tema tan simple generara una trama cargada con una continua tensión. Más sorprendente aún fue lo mínimo de conversación por parte de la protagonista. Todos comentan y se muestran preocupados por la conducta suicida de la joven incluidos la madre, el padre y la hermana. Ninguno de ellos logra cambiar la actitud de aversión a la sangre y la carne animal. Nadie consigue que el organismo de esta joven mujer absorba una fibra animal, aunque se la enmascaren licuada. A lo sumo y en forma lacónica expresa que su conducta obedece a un sueño.
Una vez concluí la lectura del párrafo final me vino a la mente algo que dijo el siempre vivo pensador uruguayo Eduardo Galeano. Su expresión fue la siguiente: “La utopía está en el horizonte. Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos y el horizonte corre diez pasos más allá. Entonces, ¿para qué sirve la utopía? Para eso, sirve para caminar”
Hace 120 años que se puso fin al conflicto armado en la península de Corea en el continente asiático. El resultado de la guerra de Corea fue la división de una gran familia con una sola cultura y una religión. Fuerzas externas separaron a un pueblo convirtiéndolo en dos naciones luego de decenas de miles víctimas mortales y personas mutiladas. Nueva frontera entre hermanos es hoy otro lugar de gran tensión bélica que amenaza la paz mundial. A medida que me sumerjo en la lectura pongo en duda el beneficio histórico de la creación de las fronteras entre hermanos y hermanas del universo. ¡Ahí radica el génesis de Han Kang!
Sé que son ilusiones de vida. A ese bello y hermoso encantador ensueño suele conducirnos el hábito de la lectura.