Diez fundaciones sin fines de lucro que trabajan con niños con la condición de autismo en el país pidieron hoy al gobierno ir en auxilio frente a las carencias de apoyo emocional y calamidad económica que están viviendo cientos de familias producto de la crisis del Covid-19.
El trastorno del espectro autista (TEA), como su nombre bien lo dice, es un espectro, es decir, que tiene un amplio número de síntomas, y formas de manifestarse.
Por eso podemos ver niños que a simple vista pueden ser identificados dentro del diagnóstico por las dificultades marcadas que presentan y otros que son muy funcionales, pero con ciertas limitaciones sociales, que pueden pasar desapercibidas ante muchas personas.
El trastorno del espectro autista, es una de las grandes preocupaciones de la medicina moderna, ya que se ha visto un aumento en el número de casos identificados. Dentro de las posibles explicaciones a este aumento, es que se tiene una definición más clara sobre el TEA y una mayor propagación de la información necesaria para reconocimiento de los casos.
Como no se saben las causas de esta condición, y no hay estudios médicos o imágenes que nos pueden aclarar el diagnostico, el TEA se diagnostica por los síntomas clínicos que estén presentes, pero siempre es recomendable una valoración médica del niño cuando existe la sospecha, para descartar que el cuadro clínico no tenga alguna explicación biológica.
Dentro de la clasificación del manual diagnostico DSM-V, el TEA tiene dos grandes dominios. El primer dominio es el déficit socio comunicativo, que se puede ver en las dificultades de la comunicación no verbal como el poco uso o entendimiento de gestos al hablar y el pobre contacto visual; también se evidencian variaciones o peculiaridades en el tono, ritmo, y volumen, en las dificultades de “teoría de la mente”, que es la habilidad de poder intuir lo que otra persona está pensando.
El segundo dominio son los intereses y comportamientos repetitivos y restringidos. En este podemos ver manierismos simples y complejos como el aleteo, la deambulación, girar, o correr en círculos. También se puede observar el juego repetitivo como la alienación, categorización por colores o formas, el apego a rutinas o rituales. Sin embargo, aunque los síntomas pueden ser muy diversos la característica principal del TEA es la incapacidad de comunicarse y relacionarse con otros.
El nivel de severidad se define por la afectación del niño y la cantidad de apoyo que necesite en su funcionamiento diario. El nivel puede variar con los años, y el objetivo de las intervenciones es que a medida que vaya adquiriendo habilidades, la cantidad de apoyo pueda disminuir y, por consiguiente, el nivel de severidad del trastorno.
Hasta ahora no existen tratamientos o programas que puedan curar el autismo. Se recomienda siempre una evaluación general del desarrollo del niño, para poder crear un plan de trabajo personalizado, es decir, adaptado a las necesidades presentes. Un programa de intervención puede tener la integración de terapia de habla para la adquisición del lenguaje o mejorar las peculiaridades del lenguaje típica del TEA, terapia ocupacional para lograr un grado de independencia en su cuidado personal, terapias conductuales para las conductas perturbadoras, tratamiento farmacológico en casos de agresividad, trastorno de sueño e hiperactividad, entre otras.