Los puentes están expuestos a variados riesgos, incluidos desastres naturales, accidentes y desgaste con el tiempo.
Ojalá que este proyecto del BID sea el inicio de un cambio de cultura para que en lo adelante no solo construyamos puentes, sino que también aseguraremos su mantenimiento
La información que acaba de ofrecer la representante del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Katharina Falkner-Ollmedo, de que la República Dominicana ha sido el primer país de América Latina y el Caribe en que se ha llevado a cabo un estudio bajo la modalidad Blue Spot Análisis, a través del programa de “Resiliencia climática de Infraestructura de puentes”, constituye un gran acontecimiento, dado que pudiera servir para que el país supere la práctica de dejar los puentes a su suerte, obviando que la seguridad de ese tipo de infraestructura la da su mantenimiento.
Ese estudio del BID ha determinado que de los 2,000 puentes con que cuenta el país, 200 son vulnerables y la condición de 150 de estos es de alta vulnerabilidad, o sea, nos acercan a la catástrofe, en caso de que fueran embestidos por un fenómeno asociado al cambio climático.
Para dar solución, el BID trabaja para apoyar a la República Dominicana con un financiamiento de 200 millones de dólares, que una vez ejecutado evitaría pérdidas de vidas humanas y ahorraría al país un monto anual de 50 millones de dólares durante un período de 30 años.
Esto sería posible porque con el mantenimiento se mitigaría el riesgo de que esas infraestructuras colapsen y se garantizarían su estabilidad y seguridad a largo plazo, evitando inversiones futuras más grandes y eventuales catástrofes humanas.
El mantenimiento de los puentes nos permite identificar y abordar los riesgos potenciales con anticipación, aplicando medidas preventivas como fortalecer los componentes débiles, implementar programas regulares de inspección y mantenimiento y mejorar las estrategias de gestión del tráfico.
No olvidemos que los puentes son componentes de infraestructura vitales que facilitan el transporte y conectan a las comunidades, pero están expuestos a variados riesgos, incluidos desastres naturales, accidentes y desgaste con el tiempo.
El mantenimiento actúa como salvaguarda contra estos riesgos, evitando pérdidas de vidas humanas, brindando protección financiera y asegurando la continuidad de las redes de transporte.
Ojalá que este proyecto del BID sea el inicio de un cambio de cultura en la sociedad dominicana para que en lo adelante no solo construyamos puentes que nos ayuden a avanzar, sino que también aseguraremos su mantenimiento para que esos dioses de la fe estén siempre con nosotros y solo el agua que acaricia su imponente cuerpo se vaya.
Y es que solo dejaremos atrás la incertidumbre si nos alejamos de ella a través de puentes seguros.