Críspulo Pérez 
Críspulo Pérez
Los impuestos contienen esencialmente dos funciones, que son, fiscales y extrafiscales, y ambas apuntan a la economía y su desenvolvimiento, cuyo norte proverbial es cubrir las necesidades colectivas, y redistribuir las riquezas, que hoy, según datos fidedignos, solo el 1% de los habitantes mundiales reciben el 82% de estas.
De continuar esta situación muchos Estados modernos pasarían a calificarse como fallidos. Debemos reconocer con orgullo que la República Dominicana a través del tiempo, no obstante las altas y bajas, hemos salido airosos y mantenemos un bienestar relativo.
Nos lleva a escribir esta entrega en ocasión de la nota de prensa que dice: El Fondo Monetario Internacional asesorará al país para analizar el costo-beneficio de los incentivos fiscales, los cuales representan el 6.7% del producto interno bruto (PIB). Lo mismo hará con países centroamericanos.
El ataque a los incentivos es cíclico, se manifiesta de cuando en cuando, es decir, en periodos indeterminados, que provienen casi siempre de cálculos errados, al comparar lo dejado de recaudar por causa de los incentivos y las aspiraciones concebidas
Se señala que el impuesto sobre la renta es el que más tarda en responder al crecimiento económico y que el impuesto que responde de manera más positiva, es el ITBIS, cuyo efecto sobre las cuentas tributarias se ve en los primeros cuatro trimestres.
Sería muy significativo al examinar los costos beneficios, determinar qué se considera costo y qué se considera beneficio, pero ¿quiénes son los beneficiarios?, aunque hemos visto en la prensa que “las exenciones tributarias explican porqué tarda el impacto en recaudación”. De esta afirmación debemos inferir que los beneficios son pura y simple los aumentos de los ingresos fiscales, sin considerar la calidad del gasto público.
Ha sido imposible lograr un consenso para firmar un acuerdo de un Pacto Fiscal o reestructuración tributaria, porque la finalidad demostrada desde siempre es de aumentar los impuesto y sobre todo los indirectos que recaen sobre el consumo, con el agravante de que se utilizan para fines distintos al desarrollo nacional.
Queremos repetir una vez más, que la miopía de muchos se origina por comparar los montos dejados de cobrar, según ellos, ocasionado por las exenciones, ignoran que los beneficios obtenidos se producen por la concesión de los incentivos.
