Pese a que desde el año 1994 entraron al mercado los primeros alimentos transgénicos, aquí y en gran parte del mundo hace exactamente 26 años que nos enteramos de su existencia. Los consumidores globales pusieron en boca de todos la información sobre los alimentos genéticamente modificados; en el país, en marzo del 1999 se celebró la primera conferencia sobre los OGM. Era tan novedoso el tema que las computadoras no lo asumían.
Desde entonces se inició el debate sobre las características de esos alimentos generados en laboratorios donde un tercer gen se inocula en el alimento para hacerlo resistente a las plagas.
Los defensores de los OGM alegaron siempre que eran inocuos, que con ellos se acabaría el hambre en el mundo, – no ha sucedido-, que destruirían las malezas de las plantas haciéndolas más productivas.
Puede leer: Las embrutecedoras tareas del hogar
Del lado de los consumidores se generó la duda, siempre referida a la salud: la posibilidad de desarrollar enfermedades, las alergias por ejemplo, la posibilidad de que las plagas hicieran resistencia como ha ocurrido, las pérdidas para los productores por no poder resembrar las semillas provocando la dependencia de los agricultores por lo que en un evento del Codex Alimentarius, celebrado en el país, nos tocó proponer la aplicación del principio precautorio debido a la incertidumbre creada por el nuevo tipo de alimentos creado con la ingeniería genética.
Hasta el año 2011 hubo una gran batalla que tuvo mucha repercusión en Europa, donde hubo demandas de algunos países contra los productores de alimentos genéticamente modificados porque las abejas se morían al polinizar plantas con OGM.
Ante la intransigencia de los productores, los consumidores propusieron que los alimentos transgénicos fueran etiquetados; Estados Unidos se opuso siempre a esa propuesta alegando que no era conveniente, pero, en el 2011 el presidente Barack Obama se pronunció a favor de que fueran etiquetados enarbolando del derecho a la información que tienen los consumidores de saber que contienen los alimentos que consumen. Afirmó que los consumidores tendrían la opción de consumirlos o no, pero para que tomaran una decisión informada, que es un derecho.
Desde el 2015 en Estados Unidos se inició un movimiento a favor del etiquetado de los alimentos genéticamente modificados, y el primero de enero del 2022, se aprobó una ley que obliga a que estén rotulados. Todo se debió a encuestas globales donde los consumidores expresaron su voluntad para que se produjera la información en las etiquetas. Estados Unidos es el país número 65 en rotular los alimentos transgénicos.
Lograr que los alimentos estén rotulados es un triunfo en medio de un desafío donde 206 millones de hectáreas están sembradas y 17 millones de productores siguen sembrando. Empero, no todo está perdido, México acaba de declararse “territorio libre de maíz transgénico”, Perú tiene una moratoria hasta el 2038, Bolivia, Ecuador y Venezuela los tiene prohibido.
El maíz en México y Mesoamérica es un alimento ancestral y motivó una gran batalla porque el producto es uno de los 13 alimentos que se producen con ingeniería genética. La producción de transgénicos ha saltado de la agricultura a la producción de salmón, es muy importante saber que la incertidumbre no ha terminado, porque nuevas informaciones indican que los transgénicos sí hacen daño a la salud de los humanos y eso se lo cuento el próximo viernes.