¿Dónde está el vino? Es la gran pregunta aún sin respuesta del robo de 45 exclusivísimas botellas del hotel-restaurante Atrio de Cáceres (oeste español) por una pareja detenida esta semana en Croacia, y que pueden haber acabado en colecciones de adinerados hispanoamericanos o asiáticos.
Las fuerzas de seguridad creen que el hombre, un ladrón experto y conocedor de vinos, actuó por encargo o sabía a quién “colocar” un botín único.
Dos reconocidos sumilleres y uno de los coleccionistas privados de vino más importantes de España entrevistados por EFE coinciden con las hipótesis policiales.
Y van incluso más allá al apuntar a México, Venezuela y países asiáticos como posibles destinos de los caldos, en manos, sospechan, de millonarios vanidosos.
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Es lo que cree el español Rafael Ansón, presidente de la Academia Iberoamericana de Gastronomía y dueño de una de las colecciones privadas de vino más importantes del país.
Opina que el robo en el restaurante de dos estrellas Michelin que regentan Toño Pérez y José Polo fue un encargo.
Nada menos que valoradas en 1,6 millones de euros, entre las botellas sustraídas está una “joya” de 310.000 euros, un Chateau d´Yquem de 1806.
Guardadas en dos bolsas de viaje y una mochila, Constantin Gabriel Dumitru, de 48 años, origen rumano y pasaporte también holandés, y Priscila Lara Guevara, un antigua miss mexicana de 28 años, salieron tranquilamente por la puerta del local la noche del 27 de octubre de 2021.
Entre ellas figura un Montrachet Grand Cru 1999 Magnum, de 25.500 euros, y 38 ejemplares de Romanée Conti, que se ofrecían a 12.000 euros en la carta.
Un ladrón «VIP» que quiso dar un golpe maestro
Es una “mercancía” que “quema” en las manos de los ladrones, según cuenta a Efe el inspector jefe del Grupo de Robos de la Unidad Central de Delincuencia especializada y violenta (UDEV) en Madrid.
Estaba convencido de que no hay atraco perfecto y de que, antes o después, el ladrón iba a caer.
Más difícil es dar con el vino, mientras la Policía sigue trabajando, a la espera de que en los próximos días los detenidos sean trasladados a España.
A falta del vino, el modus operandi ha sido prácticamente esclarecido- los ladrones se hicieron con la llave maestra que abría la bodega. Y el perfil del autor, que hizo tres visitas previas al restaurante para ultimar el plan, no ha sorprendido a los agentes.
Constantin es un ladrón de vinos experto y vio en la bodega de Atrio la oportunidad de dar “un salto de calidad”, dice el inspector jefe.
Su historial delictivo no es muy abultado. Constan un robo en un “duty free” del aeropuerto de Ginebra (Suiza) y otros dos en Madrid el pasado año, en este caso, en dos tiendas especializadas- de una sustrajo dos vinos de 20.000 euros, de la otra un whisky de 12.000.
Robo de película y huida por varios países
Los caldos de Atrio son de un nivel superior y Constantin lo sabía, así que cometería el robo de su vida, de película, limpio, sin violencia y estudiado al detalle. Priscila, la mujer, se registró con un pasaporte falso para dormir en el hotel del restaurante y cenar esa noche con otra persona.
Tras la cena, en torno a la una de la noche, ella distrae a un empleado con la excusa de que le preparen algo de comida para la habitación. Constantin ya tiene la llave de la bodega, en pocos minutos carga los vinos y cuatro horas después se van.
Capturarlos no fue fácil, reconoce el jefe policial. En enero se sabe quiénes son y la operación toma forma. Aunque son escurridizos porque se mueven con pasaportes falsos por países europeos.
Los agentes descubren que en febrero la pareja hizo una visita fugaz a Madrid, donde tienen residencia, por un problema familiar de él; días después están en Rumanía porque Constantin tiene que renovar el pasaporte.
“Se supone que viven en Holanda, pero allí tampoco los localizamos”, dice el inspector. Se mueven hábilmente en automóvil hasta que son interceptados en un control entre Montenegro y Croacia el martes pasado.
Un mercado negro de excéntricos
La Policía espera que las autoridades croatas los trasladen a España en un plazo máximo de diez días, con la incógnita de si aportarán información sobre el paradero del vino.
“Son unas botellas muy difíciles de colocar, son muy especiales”, dice a EFE David Robledo, Premio Nacional de Gastronomía como Mejor Sumiller de España, que no acaba de creerse cómo sacaron tan fácilmente tantas botellas. Cree que pueden estar ocultas y ser el encargo de algún “excéntrico».
Rafael Sandoval, sumiller del restaurante Coque de Madrid, apunta a Venezuela y México. De hecho, comenta a Efe que esta misma semana un cliente mexicano le ofreció un cheque en blanco por su tesoro, la damajuana de Trafalgar de 1805.
“Hay gente que quiere lo que no tiene nadie”, argumenta, y en el mercado del “supercoleccionismo” los Romanée Conti son los más cotizados.