Nos encontramos en medio de una crisis sanitaria, de crisis social, de una recesión económica mundial, de cambios impactantes psicosociales que afectarán la vida de millones de personas; a través de pérdida de empleos, hambrunas, duelos, pérdida de estatus, pérdida de vivienda, mala calidad de vida y, lo peor, cientos entrarán en la desesperanza y la desmoralización con desesperanza.
Es evidente que los cambios socioeconómicos y estructurales inciden directamente en la salud física, emocional, psicológica y social de las personas. El estrés crónico incide en todos los tipos de adversidades produciendo daños colaterales en varias direcciones, y afectando más a la salud mental de los ciudadanos.
La pandemia ha reproducido el aumento de los trastornos de ansiedad, pánico, depresión, insomnio, adicciones, inadaptaciones, crisis maritales y familiares.
Sin embargo, las personas se podrían preguntar cómo saber si la salud mental es buena o sana, cuándo darse cuenta que nos encontramos en riesgo de nuestra salud, y de padecer alteraciones o trastornos mentales.
Existen indicadores o síntomas que van dando señales de que algo no está bien emocionalmente. Primero, la valoración de la higiene del sueño, si una persona tiene varios días o semanas con dificultad para dormir o apenas duerme 3 o 4 horas, ese insomnio afecta su calidad de vida.
Segundo, si experimenta cambio de estado de ánimo de una intensidad o duración mayor de dos semanas, puede estar en depresión o euforia, siempre que comprometa su funcionabilidad, desempeño y las relaciones con usted mismo, o con las demás personas.
Tercero, si el patrón de hábitos tóxicos se ha incrementado en las últimas semanas afectando su conducta, sus relaciones, sus emociones y resultados de vida, ya sea con el tabaquismo, alcohol, marihuana, cocaína debe preocuparse debido a que esta frente a un patrón de adictivo.
Cuarto, si aparecen más síntomas somáticos: dolor de cabeza, taquicardia, dolor de estómago, muscular, agotamiento, nerviosismo, sensación de que está enfermo y desesperado, pero no le encuentran en sus evaluaciones con especialistas ninguna enfermedad orgánica, puede encontrarse con síntomas de un trastorno psico-somático.
La pérdida de la relación con usted mismo, con el trabajo o la funcionalidad, y la dificultad para las relaciones interpersonales y grupales, habla de indicadores de una mala salud mental.
Hablemos ahora de los indicadores de una buena o sana salud mental. Recuerden que hablar de salud mental es, hablar de un buen estado físico, psicológico, emocional, social y espiritual de una persona; o sea, el equilibrio, la armonía y la integración de una buena relación consigo mismo, con los demás y con las cosas habla de un ser humano estable. Pero también, asumir una vida con propósitos, con sentido de utilidad, y de estar integrado a proyecto de pareja, familia, trabajo, enfocado hacia el bienestar, la satisfacción y la felicidad, habla de sana salud mental.
Cada vez que un ser humano, aprende a gerenciar las adversidades de la vida, o desarrolla habilidades o destrezas para resolver las circunstancias, y los estresores psicosociales de forma adaptativa, habla de buenos indicadores de salud mental.
En los momentos actuales, para lidiar con la prevención del covid-19, los daños colaterales socioeconómico y los riesgos a que nos ha expuestos la pandemia, representan un desafío en la salud mental para millones de personas, y exponiendo su nivel de riesgo o de factores protectores con los que cuenta en su salud mental.
Una buena salud mental, hace menos vulnerable a un ser humano, lo mantiene enfocado, asertivo, gerencial y focalizado pese a las adversidades de la vida. Las personas con fortaleza emocional, con inteligencia y resiliencia, saben cómo mantenerse y salir airoso pese a circunstancias desfavorables y de crisis.
Mantenerse enfocado, productivo, con sentido de utilidad; pero también, hacer ejercicios, dormir bien, leer, manejar el ocio, la comunicación asertiva con familiares y amigos, hacer una lista de prioridades, ahorrar más y gastar menos, ayuda a mantener la salud mental; la espiritualidad, la autocompasión, el autocuidado, el merecimiento y la reciprocidad ayudan a la salud mental, en estos tiempos de vulnerabilidad.