Los gobiernos de América Latina, incluyendo República Dominicana, con frecuencia suscitan denuncias de ineficiencia en el manejo de los recursos que el contribuyente pone en sus manos al incurrir en retrasos en la ejecución de inversiones y gastos con súbitos cambios de planes que pueden provocar rechazos de la opinión pública como ocurrió ahora localmente cuando salió de la chistera oficial un replanteamiento del presupuesto de este 2022 con cambio de destinos para las disponibilidades.
Una hoguera de disgustos encendida por el propósito de restar a las obligaciones de la Educación RD$4,250,412,667 aparentemente encasquillados en bóveda como «ahorro» porque el Ministerio correspondiente no pudo darle uso aunque la capacitación de profesores no alcanzó metas, los programas de enseñanza no ingresaron a procesos de adecuación a los tiempos y necesidades del país y los frutos de la docencia no presencial fueron amargos.
El Poder Ejecutivo, en una de sus típicas vuelta atrás, renunció públicamente a tocar los recursos de la Educación, desactivando protestas. Previamente varias comunidades pobres, urbanas y rurales, exhibieron su llegada al llanto junto a los edificios escolares a medio construir a los que deberían ingresar sus niños desde tiempos ha.
Además, el proyecto de Tanda Extendida, que debería estarse aplicando para una formación más completa en niveles de enseñanza, está reducida a una quimera usada continuamente para crear la ilusión de que el sistema escolar crecería en sus alcances para beneficio de muchos miles de niños que han seguido holgazaneando en horarios vespertinos como si el 4% nunca hubiera existido.
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Los Cuestionamientos
Se plantean cuestionamientos a la efectividad en disponer obras diversas que al no ser desarrolladas racionalmente a tiempo acrecientan lesivamente el monto de erogaciones de la Hacienda Pública. También se falla en hacer efectivo el pago puntual de deudas para evitar los cargos por mora de cifras astronómicas con gravitación sobre el erario y en emprender otras acciones para mejorar la calidad de vida de los dominicanos.
En el primer trimestre, y en el comienzo de los desajustes anuales, la inversión de capital solo llegó al 12.8 de lo programado, apenas un 50% de lo que debió destinarse en el primero de los cuatro tramos de la programación, según información de la Dirección General de Presupuesto.
Por varios motivos de críticas que se formulan a quienes administran la Cosa Pública, el país parecería calificar para la descripción a que llega el Centro Latinoamericano Administrativo para el Desarrollo, CLAD, que se refiere a la América Latina como zona del mundo «tradicionalmente percibida como una región con Estados grandes, pero débiles, con poca capacidad de respuesta a las necesidades de los ciudadanos». Y en efecto: la burocracia criolla es una de las más pobladas del subcontinente, casi siempre porque las maquinarias electorales son movidas por el clientelismo.
Reparto de municiones
Con armas verbales en ristre, y aprovisionados por el propio Gobierno de los proyectiles a disparar, núcleos opositores están yendo al ataque y para el exministro de Economía, Juan Ariel Jiménez (PLD), en el país no se ha generado en la postpandemia la recuperación de los empleos que el poder prometió auspiciar. En su conteo, 76 mil personas, más que antes de la crisis sanitaria siguen desocupadas.
Más que manejar productivamente los recursos de que dispone, lo que más se percibe en el país, a criterio del expresidente Leonel Fernández, líder del partido Fuerza del Pueblo, es que en dos años se han creado más ilusiones de construcción de obras que ejecutorias palpables.
Como ejemplo de obras que se quedaron en el tintero tras enfáticas promesas señaló la construcción de una carretera fundamental para el turismo y los gruesos intercambio de bienes entre Puerto Plata y Santiago y la edificación en el polo turístico del norte de un estudio de cine de costo millonario. Sostuvo que la presente administración ha permitido el deterioro de importantes carreteras como la de Casabito-Constanza, supuestamente colocadas en la agenda gubernamental.
Una de las voces más escuchadas desde el litoral del Partido Reformista Social Cristiano, el exgobernador del Banco Central Guillermo Caram, ha sostenido que los recursos presupuestarios han sido utilizados en el actual cuatrienio para crear un «cambio cosmético» imperceptible que en ocasiones incluye retroceder en la implementación del cambio sustancial que necesita el país.
Considera que lejos de avanzar hacia una mejoría en la calidad del gasto público, «los gastos corrientes (burocracia, subsidio y pago de intereses) siguen consumiendo el 91% de las recaudaciones». En cierto modo sus observaciones explican las urgencias que llevan al Gobierno a complementar el presupuesto 2022 y que el manejo del 4% para la Educación haya merecido duras recriminaciones hasta del propio ministro puesto a cargo súbitamente.
Midiendo ineficiencias
Uno de los estudios más recientes ordenados por el Banco Interamericano de Desarrollo presentaba ribetes estremecedores al atribuir a las ineficiencias en compras gubernamentales y servicios públicos de América Latina una erosión del 4.4% del PBI regional o hasta US$220.000 millones al año. Apreciación para indicar que estos países disponen de un margen importante para mejorar los servicios básicos sin aumentar el gasto.
Para esos momentos, el gasto público consolidado de esta parte del mundo rondaba en promedio un 29,7% del Producto Interno Bruto; pero en República Dominicana los estudiosos del problema certificaron que la proporción era menor al 20%, una medida difícil de revertir mientras crece inevitablemente el pago de salarios y pensiones por crisis sucesivas desde el decenio anterior. Otra cifra de fuentes oficiales indica que hace dos años llegó a 22.3%.
Coincidiendo con el diagnóstico de órganos multilaterales y opinando este mismo año sobre las ineficiencias, el economista Luis Reyes, exdirector del Presupuesto, afirmó que las autoridades dominicanas tienen recursos para invertir pero que no lo hacen debido a una incapacidad presupuestaria para gastos e inversiones.
Negó que la economía dominicana esté creciendo como ha declarado el Gobierno y que por el contrario se mantiene en una inercia desde el 2021 y solo cabe esperar que las políticas monetarias del Banco Central comiencen a arrojar resultados totales a comienzo del 2023.