Hay dos lecturas sobre el comportamiento de la inflación en el país en 2024 que llevan a la conclusión de que el Banco Central ha sido exitoso en el manejo de la política monetaria.
La primera la da el propio dato: 3.35%, que no solamente está dentro de la meta de política monetaria, sino que, además, es la menor tasa de inflación de los últimos seis años. Es el resultado de un trabajo persistente y consistente.
Y la de segunda lectura, es la de vernos en el espejo de lo que ha estado con la inflación en otros países, particularmente de América Latina. O sea, la de hacer una comparación en base a resultados.
Excluyendo a Argentina, Venezuela, Haití, Surinam y Bolivia, que lideran con tasas de inflación de 166%, 23,58%, 26%, 19,1% y 9.51%, respectivamente, la tasa de inflación de República Dominicana es más baja que la de Colombia (5,20%), Jamaica (5.8%), Nicaragua (3.72%) y México (4.55%).
La tasa de inflación registrada en el país también es menor que las tasas de inflación de Uruguay (5.49%), Brasil (4,87%), Chile (4.17%), Honduras (3.88%), Paraguay (3.78%) y Guatemala (3.5%).
Solo registraron tasas más bajas que la de RD países como El Salvador (-0.30%), Panamá (-0.30%), Costa Rica (-0.09%), Ecuador ((1,51%), Guatemala (1,66%) y Perú (197%). Pero es oportuno señalar que Panamá, Ecuador y El Salvador son economías dolarizadas, en las que brilla por su ausencia el ejercicio de política monetaria.
Y el caso de Costa Rica, el propio BCRD resalta, en su informe sobre la inflación, un aspecto que quita mérito al resultado de la inflación en ese país, y es el que se ha producido una apreciación de su moneda, que “si bien ha incidido en menores presiones inflacionarias, opera en la dirección de reducir la competitividad de sus exportaciones”.
Si al comportamiento de inflación, sumamos el buen resultado en el comportamiento de la economía, con un crecimiento del PIB que el Fondo Monetario Internacional (FMI) proyecta que en 5.1 % para este 2024, uno de los más altos de la región, debemos inclinarnos con la reverencia a que obliga la gratitud ante la autoridad monetaria, que ha hecho honor a su misión de coordinar la política monetaria y la política fiscal para contribuir con la estabilidad y el crecimiento económico.