Las ciencias sociales definen la pobreza como un concepto intangible. A la sociología le preocupa llevar ese fenómeno a un concepto medible, para abordarlo en los términos más objetivos posibles.
La investigadora social Jenny Torres plantea que el proceso de convertir la pobreza en un concepto que sea posible descomponer, operacionalizar y medir con indicadores precisa, “el concurso de diferentes miradas, sobre todo cuando se trata de un problema tan multidimensional” como la pobreza.
En República Dominicana la pobreza se mide utilizando la línea de pobreza, la cual tiene un único indicador expresado en el ingreso.
Torres plantea que la forma en como se construye el ingreso para alcanzar los umbrales de las canastas básicas, deja fuera aspectos tan importantes como la precariedad del empleo.
Dice que por un lado está el ingreso insuficiente que deja al desnudo todo lo que tiene que ver con protección social, y por el otro el empleo fuera de lo formal, que no contempla la protección social ni las pensiones, “lo cual deja la puerta abierta a la pobreza futura”.
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¿Cómo es medido el ingreso?
La investigadora explica que primero fijan un umbral absoluto y socialmente aceptado. Los hogares que queden por debajo de ese umbral son considerados pobres, mientras los que queden por encima serán definidos no pobres.
La pobreza monetaria es, explica Torres, la situación que muestra el déficit entre los ingresos y los recursos que necesitan las familias para comprar una canasta normativa de bienes y servicios.
Para calcular la canasta se usa un patrón de consumo de familias observado en una población de referencia (cuartil 30/50) basado en la Encuesta Nacional de Gastos e Ingresos de Hogares 2007-2008.
Es decir, que es elaborado a partir de lo que visten y alimentan los pobres.
El primer umbral corresponde a una Canasta Básica de Alimentos (CBA) que garantice a sus miembros: “la ingesta de los nutrientes necesarios para llevar una vida sana, compatible con un estado de buena salud física y mental”.
El costo mensual de la CBA fija la línea de pobreza extrema o determina quienes son pobres.
El segundo umbral contempla la Canasta de Bienes y Servicios Alimentarios y no Alimentarios (CBNA) esenciales para la vida, entre los que se cuentan la ropa, el calzado, costo de la vivienda, mantenimiento del hogar, salud, educación y transporte) y a este se le suma el costo mensual de la CBA. Entonces la CBA + CBNA fijan la línea de pobreza moderada o determina quienes son los no pobres.
Esto puesto en cifras, según la nueva metodología establecida en 2022 por Ministerio de Economía, Planificación y Desarrollo (MEPyD), la Línea de Pobreza del Ozama es de 8,330.80, es decir, una persona que recibe 8,400.00 pesos y vive en la cuenca del Ozama, Los Alcarrizos o Honduras, no es pobre.
Si la persona reside en el sur y tiene ingresos de 6,400.00 no es pobre, “la medición no pareciera obedecer al fenómeno, sino que pareciera obedecer a un fin político”.
Partiendo de esa medición no importa lo que está alrededor, ni siquiera las condiciones de la vivienda ni como podrían afectarla los fenómenos atmosféricos, ni si hay un hospital cerca, solo se toma en cuenta si está por arriba o por debajo de la Línea de la Pobreza.
“Entonces eso es una visión descontextualizada” enfatiza.
Torres suscribe al sociólogo francés Serge Paugam cuando dice que los políticos eligen mediciones estadísticas porque son fáciles de mover: “¿Y qué tan fácil de mover? Simplemente inyecto dinero en el caso de la Línea de pobreza y, ¿Qué hago? Déjame aumentar lo que doy por Solidaridad o déjame bajar el baremo”.
(Conjunto de normas establecidas convencionalmente para evaluar algo).
De lo anterior podría deducirse que una persona en Santo Domingo con RD$8,400.00 puede comprar los nutrientes necesarios para llevar una vida sana, compatible con un estado de buena salud física y mental por un mes.
Y que una persona con 8,400.00 en la capital adquiere, además de esos nutrientes, ropa, calzado, costo de la vivienda, mantenimiento del hogar, salud, educación y transporte por un mes. Y nada podría estar más alejado de la realidad socioeconómica de los dominicanos.
La catedrática plantea que no se ha llevado a cabo una discusión conceptual sobre lo que significa ser pobre en el país: “Nos hemos decidido por la visión estadística porque al final eso es la medición, un instrumento político. Medimos para el discurso de una forma y para asignar de otra”, observa Torres.
La pobreza futura
Con respecto al salario, cuando Torres analiza el trabajo desde la perspectiva de la producción de pobreza y pone la mirada en los factores que se supone tienen que mejorar la vida de la gente, como el empleo y a los derechos a los que pueden acceder, colige que la importancia del territorio es fundamental.
La socióloga analiza la parte de la posibilidad del tipo de empleo y dibuja lo que denomina el mapa de una pobreza futura. Dice que son las pensiones las que hablarán de ese futuro o del conjunto de personas que hoy está ubicado en el mercado informal o en el formal, pero con salarios muy bajos, “¿qué futuro les espera? ¿Qué pensión les espera?”
Esas pensiones perpetúan el ciclo de la pobreza: “El mapa de las empresas te habla hoy, territorialmente hablando, del mapa futuro de esta pobreza real, no la medida por el ingreso, sino esa pobreza real de que vas a tener una gente envejecida que va a recibir dos o tres pesos de subsidios del Gobierno”.
Torres observa: “pero recuerda que cuando entras a la vejez no tienes seguro y si acaso tienes el seguro de Senasa, bueno, conocemos las limitaciones, porque está muy atado las limitaciones de nuestro sistema de salud”.