En el mundo de la decoración, la filosofía zen apuesta al “menos es más”. En ésta, el orden es fundamental, así como el uso de colores suaves (pasteles), ya que la finalidad es crear ambientes armónicos que transmitan paz.
El concepto zen nació en la escuela budista en China en el siglo VII, pero de ahí se extendió a Vietnam, Corea y posteriormente a Japón en donde generalmente sitúan su origen.
Lo fundamental de la filosofía zen es el orden, la libertad entre los espacios – que no deben recargarse- y el uso de elementos naturales propios de ella, como madera, árboles, piedras, cristales, aromas…
Elementos que identifican una decoración zen. Una escultura de Buda, obviamente, plantas de bambú chino, jarrones de cristales con piedras, agua, troncos de madera, velas, velones…
Según datos respecto a la decoración zen, cuya característica principal es potenciar el equilibrio y la armonía en el hogar, el uso de materiales naturales y de tonos blancos, grises, ocre y beige debe predominar en todos sus espacios.
El estilo zen en el hogar. Puede integrarse tanto en interiores como en exteriores, en el caso de una habitación, éste puede estar representados en los colores de la ropa de cama, cuadros, iluminación, alfombras…
Igualmente el zen puede llevarse en la sala, cocina, balcón, baño, jardín, terraza, en donde desee, crear un ambiente en donde de solo sentarse un momento y observar, se sienta paz, armonía y relajación interior.
Ya se dijo que la gama de tonos pasteles son los protagonistas en este estilo, pero, si se desea añadir un poco más de energía e intensidad, básicamente en los espacios interiores, está permitido el uso de detalles decorativos en colores rojos, o bien de verde, sin abusar en cuanto a cantidad.