Kiko La Quema, “el simple distribuidor de drogas” al que el presidente Luis Abinader hizo famoso pidiéndole públicamente que se entregue, sigue sin aparecer, como si se lo hubiera tragado la tierra o la red de complicidades que le permitió operar durante tanto tiempo sin ser molestado ni apresado sigue funcionando, proporcionándole un refugio seguro y tranquilo fuera del alcance del brazo de la ley.
Eso debe estar causando enorme frustración en sus perseguidores, que han realizado decenas de allanamientos en Cambita y zonas aledañas, pero en esa frenética persecución parecen haber cometido excesos apresando a familiares y relacionados del prófugo para obligarlo a que se entregue, lo que ha negado reiteradamente la Policía.
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Más difícil de desmentir es la denuncia del alcalde de Cambita, quien se queja de que los constantes operativos están afectando la economía de ese municipio, que se encuentra virtualmente paralizada y sus comercios cerrados, lo que está ahuyentando de las iglesias a los feligreses. que temen ser apresados y maltratados por los agentes policiales.
José Peña afirma que no se opone al trabajo que realiza la Policía, “pero Cambita necesita un respiro, necesita paz”. Es por eso que le reclama que cambie la forma de buscar a Kiko la Quema, que calificó de “inteligencia bruta”, pues está dañando la economía de la comunidad, ya que el turismo ha sido igualmente afectado por los constantes operativos policiales, razón por la cual las personas ahora tienen miedo de visitar Cambita, “un pueblo tan bonito y tan hermoso, donde existía paz”.
Pero no es justo que su población tenga que pagar un precio tan alto por la incapacidad de apresar a Kiko La Quema por parte de la Policía Nacional, a la que hay que recordarle que vivimos en un Estado de Derecho, en una democracia, y que esa forma de actuar para lo único que en realidad sirve, como bien señala el alcalde de Cambita, es para poner en evidencia su “inteligencia bruta”.