Interesante e inusual. Ambos términos describen la campaña publicitaria para prevenir la retinopatía de la prematuridad y la obesidad infantil, que acaba de emprender la presidenta de la Cámara de Diputados, Lucía Medina, motivada en la impotencia sentida por ella, debido a situaciones y acciones preventivas que pudieron haberle evitado la pérdida de la visión a un niño de nacimiento prematuro. Un enfoque interesante, pues en el mundo existen 60 mil niños ciegos por retinopatía de la prematuridad, de los cuales 25 mil viven en América Latina. No se informó cuántos infantes dominicanos padecen esa dolencia, considerada entre las principales causas de la ceguera infantil.
La retinopatía fue identificada por primera vez en 1942, descubierta en bebés sometidos a terapia con oxígeno, quienes tenían un desarrollo anormal de sus pulmones o la enfermedad denominada membrana hialina. Tiene alta incidencia en bebés de menos de 32 semanas de edad gestacional, o en aquellos infantes que pesan menos de 1,500 gramos al nacer.
En cuanto al sobrepeso u obesidad infantil, esta afecta al 20 por ciento de los niños dominicanos. Es un problema grave que aumenta continuamente debido a la alimentación inadecuada y la falta de ejercicios físicos. Entre sus complicaciones se citan enfermedades cardiovasculares, diabetes mellitus tipo 2, dolencias osteoarticulares, discapacidad y diferentes tipos de cánceres.
Inusual es la campaña, porque siendo ella una política de amplio espectro, de altos vuelos curriculares, era previsible que siguiera los pasos de sus predecesores enzarzándose en ruidosas campañas rigurosamente político-partidarias.
Pero ella optó por una cruzada abarcadora, desprovista de personalismos, que genera conciencia social acerca de vitales problemas de salud –alimentación sana y ejercicios–, enfatizando en la retinopatía de la prematuridad y la obesidad infantil, preparación de generaciones futuras sanas.
Prevenir, no curar.