Al igual que yo, muchos dominicanos cada vez que escuchan que ha nacido otra tormenta u otro huracán se ponen la mano en la cabeza, y se preguntan internamente: ¿Otra vez? Y es que todos los años nosotros los caribeños pasamos por lo mismo, que si nos da de frente, que si nos da de lado, que si el ojo de la tormenta, que si sólo nubes, que si solo viento, que si sólo lluvias. Pero ¿por qué a nosotros los caribeños? Todos los años para estos tiempos nos toca al menos el susto de que un fenómeno de estos podría tocarnos, y comienza el “juidero” a abastecerse de todo lo que se come y se bebe.
El origen de los huracanes y el por qué a nosotros los caribeños nos toca la peor parte, tiene su explicación y es la siguiente: Los huracanes se forman en la costa occidental de África, frente a Cabo Verde, porque es el lugar en el que confluye una masa de aire seco y caliente del desierto del Sáhara y otra de aire fresco y húmedo de las zonas selváticas de África central y austral, lo que provoca fuertes vientos, que en conjunto se llaman “Corriente Oriental Africana”. Estos vientos son el ingrediente principal de los huracanes caribeños, porque se mueven de Este a Oeste (las costas caribeñas se encuentran exactamente en frente a las de Cabo Verde, al otro lado del Atlántico). La época de vientos más fuertes suele ser septiembre. Cuando los vientos de la Corriente Oriental Africana soplan sobre las cálidas aguas del Atlántico ecuatorial, se generan columnas de aire húmedo y cálido que ascienden desde el océano y generan tormentas con vientos giratorios. En cuanto alcanzan los 120 km/h, ya tenemos un huracán de categoría 1; en el caso de Irma fue categoría 5.
Irma, “la mama de todos los huracanes”, un fenómeno nunca antes visto desde que se tienen registros, hizo daño a su paso por el Caribe, asustó a los dominicanos y esta vez el “juidero” fue de película, los supermercados hicieron su agosto en septiembre. Pero lo más importante y la lección positiva del huracán Irma, fue que encontró una sociedad dominicana concientizada de los riesgos que conllevaba un huracán como este. Irma encontró a dominicanos solidarios que en muchos casos compartieron su morada con los más vulnerables; y lo que no debe sorprender a nadie porque así debe ser, Irma se encontró de frente con autoridades responsables y preocupadas por la situación, empezando por el Presidente de la República.
¡Dominicanos, basta ya de pensar que este país es malo y que lo nuestro no sirve, somos un gran pueblo, y lo mejor que tenemos somos nosotros mismos!