NUEVA YORK — El último año Isabel Allende se estuvo recuperando de duras pérdidas tras las muertes de su madre, su padrastro “al que adoraba” y su exmarido. Pero no todo fue malo, acota la escritora chilena: “Por otro lado el año pasado me casé también”.
A sus 77 años, Allende sigue creyendo en el amor. “No le tengo miedo”, dice entre risas al mencionar sus terceras nupcias, con el abogado neoyorquino Roger Cukras.
También publicó su 17ma novela (y 24to libro), “Largo pétalo de mar”, un éxito de ventas en Latinoamérica y España cuya edición en inglés _ “A Long Petal of the Sea” _ llegó la semana pasada a Estados Unidos.
El libro sigue a Víctor y Roser, una pareja que escapa de la Guerra Civil española y atraviesa repetidos desplazamientos y revueltas políticas en el curso de sus vidas. Son supuestos pasajeros del SS Winnipeg, el barco que en 1939 arribó a Valparaíso, Chile con más de 2.000 refugiados españoles en un viaje organizado por el poeta y diplomático Pablo Neruda. El título deriva de su poema “Cuándo de Chile”: “Oh Chile, largo pétalo de mar y vino y nieve…”
Se trata de la tercera novela consecutiva sobre refugiados y emigrantes de Allende _ ella misma una migrante eterna tras haber nacido en Perú, crecido en Chile, vivido exiliada en Venezuela y radicado en California hace unos 30 años _ después de “El amante japonés” y “Más allá del invierno”.
Y, como en toda su obra, el amor está muy presente. Un amor poco convencional, en este caso: Roser, embarazada, se ve obligada a casarse con su cuñado Víctor para salvar sus vidas huyendo en el Winnipeg tras la desaparición de su marido.
En una entrevista con The Associated Press en Nueva York, donde se encontraba promocionando su libro, Allende conversó con entusiasmo de su vida, su obra y sus amores, incluido el menos convencional, y sus recuerdos de Chile.
AP: “Largo pétalo de mar” le presenta a una nueva generación lo que hizo Neruda para salvar a 2.000 refugiados españoles en el Winnipeg. Has dicho que Neruda fue quién te aconsejó que dejaras el periodismo y te dedicaras a la literatura, y lamentablemente él no llegó a verte convertirte en escritora. ¿Quisiste rendirle homenaje de algún modo con esta novela?
ALLENDE: Era imposible no rendirle homenaje, porque toda la odisea del Winnipeg es obra de Neruda. Tanto que en sus memorias él dice en alguna parte: tal vez toda mi poesía pueda ser olvidada, pero el poema del Winnipeg va a ser recordado. Neruda siguió de cerca la Guerra Civil en España porque amaba España, tenía amigos entre los intelectuales y artistas de la España republicana, y cuando vino el drama de medio millón de refugiados en la frontera con Francia, convenció al gobierno chileno que lo dejara traer inmigrantes a Chile, de estos españoles que estaban en campos de concentración en Francia. En Chile había una opinión pública adversa de la derecha y de la Iglesia católica porque esto eran todos izquierdistas, y ateos muchos de ellos, además, y tenían fama de haber quemado iglesias y de haber violado monjas… La narrativa, la retórica antiinmigrante en el año 39 en Chile, es exactamente igual a la que vivimos hoy en los Estados Unidos. Entonces Neruda no solamente convence al gobierno, sino que se va a París, junta el dinero, porque no le dieron dinero, compró un barco de carga más o menos dilapidado, lo transformó en un barco de pasajeros para transportar 2.000 personas a través de dos océanos, ¡y además seleccionó a la gente! Esto no habría sucedido sin él.
AP: En las notas del libro dice que te enteraste de pequeña sobre el llamado “barco de la esperanza” de Neruda. ¿Cómo recuerdas que esto te afectó?
ALLENDE: Escuché hablar de la llegada de los republicanos españoles a Chile porque _ esto sucedió antes que yo naciera, pero POCO antes de que yo naciera, y algunas de esas personas eran amigos de mi familia, entonces yo los vi venir a almorzar o a comer o qué se yo. No me hizo una impresión tan grande entonces, porque la vida se encargó de borrarlo todo. Pero cuando estaba en Venezuela, llegó entre los miles de exiliados chilenos un señor que se llamaba Víctor Pey Casado, uno de los pasajeros del Winnipeg que estaba viviendo su segundo exilio. Él me contó ahí la historia de lo que pasó, y fue quien realmente me consolidó la historia. Pero pasaron 40 años desde entonces, antes de que yo la escribiera.
AP: Tú misma has sido inmigrante la mayor parte de tu vida. ¿Dónde has encontrado un mayor sentimiento de pertenencia?
ALLENDE: Donde más largo he vivido en mi vida es en California, y sin embargo cuando tú me preguntas de dónde eres, yo te digo chilena. ¡Ni siquiera nací en Chile! Viví unos cuantos años de mi infancia en Chile solamente, pero parece que fueron años que me marcaron mucho como para que yo me sienta chilena. Pero la verdad es que, cuando tú me preguntas por las raíces, yo te diría que mis raíces están en la memoria, en los libros que he escrito, y en la gente que quiero, esa poquita gente que me rodea que son íntimos. Ellos son mis raíces.
AP: Hablando de Chile, parecía uno de los países más estables de Latinoamérica y de repente vemos las calles envueltas en llamas y gases lacrimógenos. ¿Cómo se explica esto?
ALLENDE: Yo creo que la situación chilena, que es tan inesperada, puede traer una transformación muy positiva. Hay una especie de indignación popular que viene acumulándose desde hace muchos años y explotó con la subida del Metro, que son el equivalente a 15 centavos, más o menos. Pero la gente estaba muy indignada y lo ha manifestado. ¿Qué va a pasar? De aquí pueden salir cosas muy buenas, y puede aparecer un líder terrible también, algún personaje que lleve al país al caos. Estamos como en una cuerda floja, uno puede ir en cualquier dirección. Pero es un proceso fascinante porque no hay líderes, no hay partidos políticos, no hay ideología. Es como rabia, no más.
AP: ¿Qué extrañas de Chile, tal vez de tu infancia?
ALLENDE: Mira, el Chile de mi infancia no existe. Yo escribí un libro que se llama “Mi país inventado” justamente porque el país de la memoria no es el que ya existe. No echo de menos nada porque no tuve una infancia feliz ni mucho menos. Pero los años que yo trabajé como periodista en Chile fueron años en que tuve a mis dos niños, recién casada, años felices en cierta forma en que yo sentía que participaba en el país, que pertenecía. Tenía a mis suegros, tenía a mi abuelo. Era una época feliz. Eso se terminó el día del golpe militar. En 24 horas el país cambió. Y fuerzas que existían siempre allí y no las habíamos visto emergieron. Y se convirtió en una dictadura fascista. ¿Cómo pasó eso sin que lo percibiéramos antes? No sé. Pero por eso me da miedo la situación de Chile ahora, porque puede ir en cualquier dirección.
AP: La historia de amor en “Largo pétalo de mar” es poco convencional, porque comienza con un casamiento por cuestión de supervivencia. ¿Cuál consideras que hasta ahora ha sido tu amor menos convencional?
ALLENDE: Ay Dios mío, qué pregunta más rara. He tenido tres matrimonios, pero tal vez el amor menos convencional fue cuando me enamoré de un músico argentino y dejé botada a mi familia, dejé botados a mis hijos, mi marido, y me fui detrás de él a España. O sea, eso sí que fue una locura absoluta y me arrepiento mucho de ello. Me arrepiento porque hice sufrir a mis niños, que costó mucho que me perdonaran eso. Eso es lo menos convencional. Pero ahora tengo también una situación poco convencional porque imagínate, enamorarse a los 74, casarse a los 77, es un poco raro, ¿no?
AP: Hace unos años dijiste que te gustaría escribir una novela erótica, pero que lo ibas a hacer sólo después de que tu madre falleciera. Acaba de pasar el 8 de enero y es bien sabido que Isabel Allende comienza a escribir una nueva novela esa fecha. ¿Puedes contarnos de qué se trata y si tiene que ver con ese plan que tenías?
ALLENDE: No tiene que ver con la novela erótica porque mi mamá se demoró mucho en morir y entonces ahora ya tengo demasiados años, ¡ya ni me acuerdo como era el erotismo! (Risas). Me parece un poco ridículo más bien. Empecé a escribir algo, pero no tiene forma todavía porque ando promocionando esta novela.
AP: “Largo pétalo de mar” ha sido muy bien recibida por los lectores y la crítica en Latinoamérica, España y, ahora, Estados Unidos. ¿Qué sientes cuando ves todos sus logros y ese cariño de los lectores?
ALLENDE: Me conmueve el cariño de los lectores y la forma en que me escriben, me llena de emoción y me da un calorcito por dentro. Pero cuando me dicen, “has vendido 75 millones de ejemplares”, eso pasa en otro círculo, eso pasa en otra dimensión que no toca para nada mi vida privada. El esfuerzo de escribir un libro es el mismo hayas vendido muchos o hayas vendido pocos, lo único que cambia es que cuando escribo algo sé que van a haber editores interesados. Eso es lo único que he ganado con este cuento de la celebridad. ¡Nada más! Yo vivo en una casa chiquitita con un solo dormitorio, manejo un auto chico, tengo dos perros ordinarios de la Humane Society, por supuesto. Mi vida sigue siendo la que fue siempre. De los ingresos que yo tengo, una parte sustancial va a parar a la Fundación (Isabel Allende). El trabajo que hace la fundación que es invertir en el poder de mujeres y niñas es mucho más interesante que comprarte una casa más grande.
AP: ¿Cuál es el secreto de tu longevidad y jovialidad?
ALLENDE: Mira, parece que la longevidad viene de familia porque mi mamá se murió de 98, todos los tíos por parte de mi madre han muerto de más de 90, mi abuelo de casi 100, mi padrastro de 102 (risas), o sea que la longevidad sigue en la familia. Yo creo que en el caso mío me ha ayudado mucho tener buena salud, porque yo vengo de una familia llena de achaques: mi mamá vivió enferma siempre, mis hermanos son achacosos, y yo salí sana. ¿Eso de que me leva