Una exposición homenaje a Iván Tovar, organizada y auspiciada por el Banco de Reservas, se presentó en el marco del Salón Internacional Profesional de Turismo (IFTM), donde el Ministerio de Turismo integró y montó el estand de la República Dominicana.
El gestor cultural Yuri Ruiz Villalona hizo la presentación de la muestra.
Las pinturas impresas sobre tela se trasladaron luego a los acogedores espacios de la embajada dominicana en París.
Un catálogo en francés y otro en español se pusieron a la disposición de los visitantes. Se nos encomendaron los textos, y a continuación está la versión en español.
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Iván Tovar en síntesis
En 1963 la República Dominicana se encontraba en un período político turbulento, un golpe de Estado poniendo fin a una breve etapa democrática después de una dictadura de 30 años.
En los medios culturales, artistas e intelectuales se comprometían a luchar por la libertad, Iván Tovar entre ellos.
Precoz y brillante, de la Escuela de Bellas Artes a sus primeras exposiciones, Iván Tovar, apenas mayor de edad, pudo realizar a tiempo su sueño: ir a París, entonces centro mundial del arte, e intentar allí su suerte. Pronto inmerso en el medio artístico, descubrió la bohemia, trabó relaciones y sobre todo trabajó sin descanso en las condiciones muy difíciles de una magra beca y un taller minúsculo.
Admitido en la Bienal de París y ya exponiendo, él retuvo la atención de José Pierre, autoridad del surrealismo, que le escribió un extenso texto para el catálogo de una exposición en 1969: ¡Iván Tovar vendió todos sus cuadros, salvo uno que quiso conservar! El ensayo titulado, ‘La serpiente, el águila y el tatú’, lo proclamaba surrealista, definido y distinto, y consideraba su pintura “una nueva contribución al conocimiento del hombre y de sus sueños”.
La colaboración se volvió una estrecha amistad, y se mantuvo muy activa cuando Iván retornó a Santo Domingo, hasta el fallecimiento de José Pierre en 1999. Lúcido e implacable, Iván Tovar se había liberado, conscientemente, de las influencias de sus inicios. La suerte estaba echada, su itinerario artístico había arrancado en París donde, de éxito en éxito, permanecería diez años más, casi una excepción para un artista emergente del Caribe. Él era ya un pintor conocido, solicitado, comentado en la prensa.
Iván Tovar reinventó el mundo, lo transformó, lo trastocó y lo hizo su mundo, ¡de él solamente! Aparentemente, conservó los pilares de la vieja academia, la naturaleza muerta, el paisaje, el retrato, pero los cambió totalmente, a su guisa e inspirado por lo desconocido.
Surrealista dominicano único, tampoco hay otro surrealista que se le parezca, lo que consideramos un privilegio. Si las variaciones pictóricas de Iván Tovar nos sumergen en el surrealismo, el artista insistía que él mismo no se daba cuenta, ¡Que fueron los otros que le calificaron surrealista! Creemos que él no estaba equivocado: Iván Tovar cautiva nuestra admiración por una irrealidad hipnótica, o su realidad singular, no solo en pintura, sino también por el dibujo –su fuerte y su fe- , la escultura y el objeto.
La palabra “intención” formaba parte de su léxico. En Iván Tovar, no existían la escritura automática, ni el reino del sueño. Estaba muy seguro de su proceso, de sus hallazgos, de su desarrollo plástico. Bocetaba incansablemente, y a veces ese esbozo se volvía pintura.
Este surrealismo especial por definición, de lectura abierta, esta realidad absolutamente suya, estos “jardines de las delicias”, lúdicos, crueles, “gozones”, él los mantuvo por casi medio siglo, sin repetirse nunca. Lo comprobamos, a través de las obras expuestas aquí, pintadas entre 1970 y 2014, proviniendo de colecciones privadas y adquiridas en exposiciones, siendo la escultura más reciente.
Con el tiempo, las audacias interiores y el refinamiento técnico emprenden el camino de una nueva envergadura: barroquismo aligerado, contorsiones menos vertiginosas y siempre un equilibrio perfecto. Iván Tovar nunca ha cambiado ni hecho concesiones a una voluntad deliberada de transcendencia, esencial e insustituible, construyendo un universo fantástico, estático y extático…La madurez alcanzada, él adoptó una estructura más sólida y construida, alternando la proliferación y la simplificación de los elementos.
Iván Tovar está de regreso en París, con una ex posición modesta pero representativa. ¡Cuánto le hubiera gustado! Las obras de Iván Tovar, reproducidas y expuestas, fueron pintadas entre 1970 y 2014, para conformar así una muestra representativa. Todas, adquiridas en exposiciones individuales del maestro, provienen de colecciones particulares.