El miércoles 11 de septiembre de 1974 el comité central del Movimiento Popular Dominicano (MPD) anunció la suspensión de dos de sus dirigentes: Jorge Puello Soriano (El Men), secretario general y David Onelio Espaillat Campos, quienes estaban opuestos a la campaña en procura de que se legalizara esa entidad iniciada en el mes de enero, cuando fue constituido el Acuerdo de Santiago, coalición de partidos encabezada por el PRD (Partido Revolucionario Dominicano) que se formó tratando de impedir, aunque sin éxito, la segunda reelección presidencial consecutiva del doctor Joaquín Balaguer, quien obtuvo la victoria en los comicios de ese año valiéndose de su control sobre los mecanismos del poder público.
El principal organismo de dirección emepedeísta calificó de “alternativa dolorosa” la medida tomada contra Puello Soriano y Espaillat Campos, dos miembros meritorios que habían sido víctimas de persecución, encierro carcelario y maltrato sistemático durante los ocho años que Balaguer llevaba en el poder; pero alegó que la misma era indispensable para preservar la disciplina interna y los principios del centralismo democrático, de modo que sus componentes actuaran en todos los niveles de forma armónica, garantizando la identidad ideológica del partido y evitando cualquier dispersión en el proceso de rectificación en marcha.
Antes de votar esa drástica resolución, el comité central sesionó el 31 de agosto y prohibió la discusión de los problemas internos del MPD fuera de sus organismos, previa advertencia de castigo a quienes prosiguieran haciéndolo; pues hacía menos de dos semanas que un «comité de cuadros profesionales» de la zona Este, que decía estar respaldado por el comité del Distrito y otros organismos, había cuestionado las atribuciones estatutarias del comité central en cuanto a su competencia sobre asuntos propios de una asamblea o congreso.
También, Espaillat Campos había vaticinado el 23 de agosto, en una declaración pública difundida desde Santiago de los Caballeros por el noticiario “Radio Mil Informando”, que la posición de combate contra Balaguer se convertiría en pasiva, aun cuando su gobierno tendía a ser más represivo en su nuevo período de cuatro años.
Por ese motivo, el comité central analizó esa exposición junto a la controversia generada por Puello Soriano al calificar de “herejía” la táctica política partidaria, como si por su calidad de secretario general del MPD, escogido en una asamblea efectuada en octubre de 1972, no estuviese obligado a ajustarse a las normas disciplinarias y dar impulso al plan de acción aprobado por la mayoría.
La disidencia de Puello Soriano fue planteada en un análisis publicado en el periódico Última Hora sobre la táctica utilizada en 1960 por el presidente del MPD, Máximo Antonio López Molina, para encauzar los actos públicos de esa organización marxista-leninista en el marco legal establecido por la dictadura de Trujillo en las postrimerías de su existencia.
Argumentó entonces que la adquisición de la personería jurídica en esa coyuntura histórica “sirvió de premisa para desarrollar las ideas socialistas en el movimiento espontáneo de las masas populares”, aunque el partido tuvo que pagar una alta cuota de sangre, debido al asesinato de 83 de sus miembros.
Puello Soriano recordó en su análisis las luchas clandestinas del MPD contra el Triunvirato, la valiente participación de los hombres y mujeres de esta organización política en la contienda cívica de 1965, convertida en guerra patria y la frustración sentida por todos sus miembros al término del gobierno provisional del doctor Héctor García-Godoy, debido a que mientras su secretario general, ingeniero Cayetano Rodríguez del Prado retomaba el tema de la legalización partidaria, cambiando el fusil por el parlamento, en las calles fueron aniquilados cientos de combatientes constitucionalistas y civiles desarmados.
Estimó que la línea legalista de la dirección del MPD era una desviación táctica que invalidaba el legado de lucha “dejado por el gran jefe proletario Maximiliano Gómez, El Moreno” y criticó al comité central por tener “una mayoría mecánica de cuadros profesionales en los diversos comités de dirección del partido”, dispuesta a conciliar con Balaguer como lo hizo el Partido Comunista Dominicano (PCD) cuando apoyó las leyes agrarias de 1972 a cambio de ser legalizado al año siguiente.
A su juicio lo correcto era insurreccionar el partido y que actuara en contra del régimen reformista que había demostrado ser “impermeable ante la lluvia de protestas de las amplias masas populares y responde a cada paso ahogándola en sangre”.
Espaillat Campos
a la ofensiva
Los puntos de vista del secretario general del MPD no eran acogidos en los organismos de dirección que reprochaban que tanto él como Espaillat Campos hicieran sus críticas por los medios informativos y llegaran al extremo de realizar un «desesperado y dañino llamado a que se desconociera los organismos de dirección”, lo que parecía ser una muestra de falta de confianza en la “justeza de sus ideas y en los hombres y mujeres del partido”.
Pese a la censura del comité central, ambos continuaron emitiendo opiniones en el mes de septiembre de 1972 sobre el quehacer partidario. De tal manera que Espaillat Campos aunque sufría de diabetes aguda y otras graves complicaciones de salud, el día 10 giró una visita al periódico Última Hora y allí dejó un documento que cuestionaba a los dirigentes de la corriente legalista por su procedencia catorcista y por supuesta claudicación frente al gobierno de Balaguer.
Aseguraba que los inculpados, quienes estuvieron presos por razones políticas desde el 13 de enero de 1971 hasta el 22 de mayo de 1974, siendo liberados por una sentencia de la Suprema Corte de Justicia, asumieron actitudes claudicantes mientras permanecieron encerrados en la Penitenciaría Nacional de La Victoria.
Estos eran Agustín Moisés Blanco Genao y Julio Augusto de Peña Valdez, incorporados a la dirección del MPD luego de que renunciaran del 14 de Junio el 7 de diciembre de 1966, en compañía de Rafael Francisco Taveras Rosario (Fafa),
Guido Gil Díaz, Amín Abel Hasbún, Pedro Bonilla Mejía, Jaime Durán Hernando (Jimmy) y Manuel Pozo (Lucky). Blanco Genao y De Peña Valdez fueron libertados en la fecha señalada junto a Edgar Erickson Pichardo, Rafael -Cucuyo- Báez Pérez y Luis Elpidio Sosa Rodríguez.
El día 15 de septiembre, Espaillat Campos atacó duramente a Blanco Genao, acusándolo de querer llevar al MPD a conciliar con el régimen de Balaguer, señalando que resultaba sintomático el hecho de que mientras el secretario general y líder del partido blanco, doctor José Francisco Peña Gómez, estaba impedido de hablar por radio y televisión, a ese dirigente emepedeísta “se le permite comparecer a la televisora oficial”.
Reiteró que “Moisés y los demás se amilanaron en la cárcel, le cogieron miedo a la prisión y por eso asumieron actitudes claudicantes”, y añadió que éste “no tiene calidad para suspenderme en funciones, pues yo soy un militante de 14 años dentro del movimiento y siempre he actuado en base a los preceptos marxistas-leninistas que rigen a la organización. La línea que se le quiere imponer ahora al MPD no triunfará”, recalcó.
Espaillat Campos acusó a los antiguos catorcistas que dirigían el MPD desde la prisión, de plegarse a los ofrecimientos que habrían recibido desde el litoral oficialista y aprovecharse de los canales de comunicación para minar y usurpar “la autoridad de nuestro secretario general, camarada Jorge Puello (El Men), baluarte y genuino tronco proletario de nuestro mil veces glorioso MPD”.
Se manifestó contrario “a que la legalidad se ganara martillando los principios, coqueteando con los enemigos de clase y confundiendo al pueblo haciéndole creer que el doctor Balaguer del 1974 era distinto al que el pueblo había padecido durante ocho años”.
Agregó que si el régimen de Balaguer hubiera dado muestras de ser democrático, ellos “estaban dispuestos a llamar al pueblo a aprovechar esa coyuntura”, pero éste no lo era, porque perseguía y eliminaba a los revolucionarios y había colocado al MPD al margen de la ley.