El pasado sábado 17 de agosto quedará marcado en la vida del líder en juegos salvados de todos los tiempos Jairo Asencio.
¿Razón 1?
Entró a un terreno de juego no a salvar un partido, sino a conversar de pelota frente a decenas de niños.
¿Razón 2?
Abrió su corazón y cautivó a los niños de la Academia La Javilla durante una interesante charla.
Jairo reveló que pasó mucho trabajo y que buscaba la forma de cómo ayudar a sus padres.
Incursionó en el boxeo y la lucha hasta que un día probó con el béisbol.
Su talento era grande y en poco tiempo logró que lo firmaran.
Cuando recibió esa oportunidad, Jairo no quería fracasar y por ello se apegó a la disciplina.
Dejó de hacer muchas cosas de jóvenes de su edad como bailar, enamorarse y estar haciendo coro en las esquinas.
Invitó a los jóvenes a sacrificar todo para poder lograr su sueño.
No olvida cuando fue subido a Grandes Ligas con Atlanta, se emocionó y lo único que hizo fue llamar a su madre y dijo: “Ponga la TV, que voy a lanzar”.
Dijo que el bono no hace el pelotero, que la clave es el hambre de ser grande.
Una de sus claves del éxito ha sido siempre preguntar a los más veteranos, porque según sus palabras la experiencia no se improvisa.
Siempre ha respetado el juego y eso le ha dado resultados positivos.