Cuando me disponía a escribir esta entrega semanal, recibí un mensaje que contenía el evangelio del lunes 20, el cual, según San Marcos 2,18-22, se refiere a que un día en que los discípulos de Juan y los fariseos ayunaban, les fueron a decir a Jesús, digo yo, que en forma de crítica: “¿Por qué tus discípulos no ayunaban, como lo hacen los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos?”
A lo cual, Jesús les respondió, en su estilo particular: “¿Acaso los amigos del esposo pueden ayunar cuando el esposo está con ellos? Es natural que no ayunen, mientras tienen consigo al esposo. Llegará el momento en que el esposo les será quitado, y entonces ayunarán.”
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Y les agregó: “Nadie usa un pedazo de género nuevo para remendar un vestido viejo, porque el pedazo añadido tira del vestido viejo y la rotura se hace más grande. Tampoco se pone vino nuevo en odres viejos, porque hará reventar los odres, y ya no servirán más ni el vino ni los odres. ¡A vino nuevo, odres nuevos!”
Siempre he dicho que Jesús, el mismísimo hijo de Dios, no decía estas cosas solamente para quienes estaban presentes o para salir del paso ante cualquier situación, sino porque tenía una fuerte incidencia en el mundo espiritual y, conscientemente, quedarían para todas las generaciones por venir. Tampoco se refería exclusivamente a algo específico, sino que lo expresaba externando mensajes para todas las situaciones.
Jesús tenía conciencia plena del presente y del futuro. Y cada cosa que hizo o dijo, tenía la clara intención de dejarle al mundo el legado que su Padre le transmitía. Por esas razones los que creemos en Jesús, debemos tener presente cada palabra pronunciada, porque en cada una de ellas hay vida y luz para iluminar los caminos y las mentes.
Nadie debe pasar por alto, tampoco, lo que para los creyentes constituye o se conoce como el primer milagro de Jesús, el cual se produjo en las Bodas de Caná, un pueblo de Galilea, cuando su madre María y Jesús junto a sus discípulos, habían sido invitados a dicha boda, lugar y circunstancias en la cual Jesús convirtió el agua en vino.
Pero, ¿Qué fue lo que ocurrió en esas bodas? Sucedió que, en medio de las festividades, probablemente llegaron más invitados de los esperados, y se agotó el vino. Sobre este hecho, quiero hacer la siguiente reflexión. Porque nadie puede llegar a entender que fueron solamente el vino y la fiesta lo que Jesús consideró más importante para hacer su primer acto público, sabiendo él que esa acción repercutiría en todas las generaciones como su primer milagro. No, el mensaje que quiso enseñar Jesús a los que estaban en esa ceremonia y al mundo futuro es que todo debe terminar bien y en armonía.
Yo le pongo mucha atención a las cosas que de alguna manera me ocurren o invaden mi mente, tal como ocurrió con el mensaje recibido el lunes acerca de los remiendos y los odres viejos. Y a la referencia que hago acerca de lo que ocurrió en las Bodas de Caná.