Aunque el título suena a despedida lenta de un mito que quiere, pero desconoce por cuánto tiempo podrá saborear la vida, ésta que ahora vive de manera más templada y ofreciendo de sí mismo una versión más dulcificada.
Aunque nacido el 12 de febrero de 1949 en Úbeda (Jaén), en Madrid ha desarrollado toda su trayectoria profesional, tras su etapa universitaria de Filosofía y Letras en Granada, donde participaría en el movimiento antifranquista, y los años pasados en Londres.
Su prisma vital descarado, irrespetuoso, casi blasfemo, a la vez que bello y apasionado, ha traspasado fronteras y le ha convertido en el mito popular que es hoy, con una extensa carrera cantando desde la nocturnidad traicionera a fuertes amores e insoportables desamores, a la libertad o a la utopía.
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Poeta y compositor desde su adolescencia, fue en la capital española donde Sabina editó sus primeros discos en solitario a la vez que actuaba en La Mándrágora, junto a los cantautores Javier Krahe y Alberto Pérez. En este mítico bar y uno de los centros neurálgicos de la movida madrileña de los ochenta, los tres grabaron en directo el álbum `La Mandrágora´ (1981), acompañados por el guitarrista Antonio Sánchez.
Desde esos años ha grabado casi una veintena de álbumes de estudio, otros 7 en directo (en solitario o con otros artistas), recopilatorios, sencillos y EP, y vendido más de diez millones de discos físicos y más de dos mil millones de “streams” de audio.
Varios de estos trabajos son historia de la música popular en castellano como “Juez y parte” (1985), “Física y química” (1992), “19 días y 500 noches” (1999), “Vinagre y rosas” (2009), “500 noches para una crisis” (2015) o “Lo niego todo” (2018), al igual que lo realizado con el argentino Fito Páez o con Joan Manuel Serrat.
En América, donde ha realizado innumerables giras muy cariñosamente acogidas, ha actuado en prestigiosos escenarios, por ejemplo, el Auditorio Nacional de México, el Luna Park de Buenos Aires, o el chileno Viña del Mar. También en Europa, ha dado conciertos en míticas salas como el Royal Albert Hall de Londres y el Olympia de París.
Gran lector en su juventud, sus letras y canciones más tempranas llegaron influenciadas por Jorge Manrique o Fray Luis de León. Con el pasar de la vida, otros ritmos y artistas le persuadieron. Desde el rock anglosajón (Bob Dylan, Leonard Cohen, The Rolling Stones), el folclore latinoamericano (Atahualpa Yupanqui, Violeta Parra, Chavela Vargas, José Alfredo), hasta el tango y poetas tas vanguardistas.