El caso de la extradición de Julian Assange a los Estados Unidos, que prácticamente se daba por hecha hace unas semanas, ha dado un giro radical después de que el presidente estadounidense, Joe Biden, haya admitido que están considerando retirar los cargos contra él. Se trata de una petición del gobierno australiano, aliado de Washington, que quiere que le dejen volver a su país, Australia.
«Lo estamos considerando», respondió Joe Biden a la pregunta de un periodista sobre si había una respuesta estadounidense a la petición australiana. No dio más detalles.
Estados Unidos lleva 12 años tratando de extraditar a Assange, que lleva cinco años en prisión preventiva en Londres, para poder juzgarlo por 18 causas de espionaje y piratería de documentos secretos militares publicados en Wikileaks. El gobierno británico ya autorizó su entrega, pero la defensa de Assange quiere pararla.
La Corte Suprema británica ha pedido garantías judiciales a la fiscalía estadounidense antes de entregarlo y ha fijado la decisión final para el 20 de mayo, pero tal vez para esa fecha ya no haga falta extraditarlo. La mujer de Assange, Stella Assange, ha pedido públicamente a Biden que lo haga, que retire los cargos.
Stella ya apuntó hace tiempo que la única solución era la política. «Creo que es una buena señal. Parece que las cosas finalmente podrían estar moviéndose en la dirección correcta, después de cinco años en la prisión de alta seguridad de Belmarsh y catorce desde que perdió su libertad», señaló su esposa y abogada este jueves en una entrevista a la BBC.
Estados Unidos solicitó la extradición de Assange, quien se enfrenta en ese país a 175 años de prisión por publicar desde 2010 más de 700.000 documentos clasificados sobre actividades militares y diplomáticas estadounidenses, particularmente relacionadas con Irak y Afganistán.
Para los partidarios de Assange, él expuso irregularidades en el ejército estadounidense y su batalla legal representa una lucha por la libertad de prensa. Por su parte, Washington argumenta que con sus filtraciones puso vidas en peligro al publicar documentos que incluían nombres de fuentes de inteligencia.
El editor jefe de WikiLeaks, Kristinn Hrafnsson, abogó el miércoles por una «solución política» a la difícil situación de Assange en tanto que hubo una manifestación de apoyo en el centro de Londres en vísperas del quinto aniversario de su arresto.
«Este es el tipo de caso que, en primer lugar, nunca debió haber empezado», dijo Hrafnsson en la manifestación y añadió que el tiempo que Assange ha pasado en la prisión Belmarsh en el sureste de Londres ha sido «demasiado, excesivo y brutal».
A finales de marzo, la justicia británica pidió a Estados Unidos nuevas garantías sobre el trato que se le daría a Assange en caso de ser extraditado, de lo contrario podría conceder al fundador de WikiLeaks un último recurso en el Reino Unido.
Antes de su arresto, Assange pasó siete años en la embajada de Ecuador en Londres para evitar su extradición a Suecia donde enfrentaba cargos de asalto sexual que después fueron descartados.