Josanny Moní y el fulgor de una lírica encantada

Josanny Moní y el fulgor de una lírica encantada

Josanny Moní

La escritora Josanny Moní publicó en 2014 su primer libro de poemas, titulado Musa, que sin duda fue bien recibido. Hace unas semanas la joven poeta ha presentado su segunda publicación, la cual ha arrastrado críticas y comentarios que halagarían hasta a los maestros de la composición literaria. Una pléyade de autores, tres de ellos Premio Nacional de Literatura, han otorgado alta calificaciones al poemario La herida que no sangra, las cuales merecen conocerse. Se las presento:

Bruno Rosario Candelier -Comienzo con el director de la Academia Dominicana de la Lengua. Dice: La agraciada autora del poemario La herida que no sangra, Josanny Moní, se sitúa ante el esplendor del Universo y proclama el encanto de lo viviente que su sensibilidad, estremecida de fulgores, asume y recrea con el lenguaje de la creación poética. Su lírica es un emocionado canto a la Creación, eco y cauce de una visión luminosa que hace sentir lo que el corazón anhela. Impregnado su espíritu con las gemas encendidas de lo divino mismo, la poeta interiorista oriunda de Miches hace de su talento creador una fuente de inspiración y gracia, y de sus fecundas vivencias la onda de su virtualidad expresiva. Fuente y primor de lo viviente, también es llama insumisa de la dolencia divina.

Ángela Hernández- La poesía de Josanny Moní revela una conciencia juvenil respondiendo, más que interrogando, en el umbral de muchos siglos. Y puede ser de este modo porque el poeta, mujer u hombre, está provisto de cierta atemporalidad, de cierta capacidad de perforar muros, convenciones. Sus versos se redondean donde amor y dolor se funden, o confunden, y los sentidos se prolongan como raíces, se explayan como nubes —de tormenta o de amparo—, exuberan como bosques en los que todo germina una y otra vez. Josanny Moní, a pesar de ser muy joven, alberga una fuerza de espíritu y sentires nada común.

José Mármol– Josanny Moní, una voz muy propia, lo cual es el fundamento de la obra de arte. Aunque algunos rechacen la originalidad. Yo, en cambio, la exalto.

Su manera de expresar el dolor alcanza un vuelo poético de singular altura. Siento en sus versos un dolor vallejiano, aunque muy suyo. Hay en ellos hallazgos metafóricos, giros expresivos valiosos, estructura rítmica y fónica. Su dolor es muy tuyo; no es postizo. Pero, consigues que el lector se lo apropie, lo sienta suyo, y eso es muy importante.

Rossalinna Benjamín– Saboreo «La herida que no sangra», poemario de Josanny Moní, como un vibrante concierto de delicados acordes entre lenguaje e iconografía. Mostrándose esta última como una muy personal y finamente elaborada, que, no obstante, se incorpora al propio imaginario con gozosa naturalidad. La seductora voz poética nos asombra, conmueve, perturba y deleita derrochando frescura y sapiencia al decir el dolor con valiente hermosura de sobreviviente.

Basilio Belliard – La herida que no sangra es una metáfora del amor; es también la herida del dolor y del desapego, pues al amor siempre lo acechan la desdicha y el hastío. En toda poesía late y gravita el amor en la vertiente intimista, y aun en la exteriorista. En este poemario, Josanny Moní pone a oscilar su imaginación y su pulso expresivo entre la naturaleza y la vida amorosa. Y esa nostalgia, en su poesía, se vuelve materia de su obra, impulso de creación.

Eduardo Gautreau– Con una voz agrietada, el yo poético canta a la ausencia que le asedia: la partida de un ser querido cardinal en su existencia. Otra obra forjada desde el dolor sublimado por medio de la palabra. Y por medio de los poemas, del dolor expresado, la misma voz se autodefine; nos declara sus temores y vacíos. Mas, al avanzar en la lectura, nos damos cuenta de que la muerte del ser querido es solo un pretexto para la nostalgia, la profunda añoranza por la infancia, por el hogar, por la madre, por el abuelo… Por todas aquellas personas, cosas e instantes idos, que horadaron su memoria para siempre.

Leopoldo Minaya– En La herida que no sangra, la poeta Josanny Moní deja al descubierto la incitante riqueza de un universo íntimo saturado de vivencias, ensoñaciones, alteridad, lirismo e imaginación creadora. Para el diseño verbal, la artista escoge como columnas de sustentación la angustia vital y el dolor (luctus) que nos produce el sabernos separados de la Idealidad por el hecho mero de manifestarnos entes corpóreos. Dicho esto, la obra se mueve en vaivén armonioso entre lo trascendente y lo cotidiano cual polos opuestos que se confirman, entretejiendo de rebote el entramado oscilatorio que tipifica, postra y redime a la humana naturaleza. Es la forma en que una obra poética escrita desde el yo se despliega para convertirse en molde de sensible experiencia colectiva.

Ramón Saba – La herida que no sangra, de Josanny Moní, es un canto desgarrado que puebla el vacío; que preña de ausencias, nostalgias y lamentos el acontecer de sus dolores; un resonar de soledades que claman por el reencuentro en medio de “un nombre que no cabe en su boca”; es un reflejo intimista de imágenes y metáforas bien moldeadas que reúnen alondras, rosas vivas y angustias en un pregón poético donde sobresale la soledad y la angustia, bordando con matices grises el acontecer del quebranto. En los versos, se percibe a una poeta madura que conmueve por el magnífico dominio del lenguaje, por la belleza con que expresa sus cuitas y por la grandilocuencia de sus tropos.

Luis Quezada– La nueva poesía dominicana tiene futuro en la joven Josanny Moní. Han transcurrido 7 años desde la aparición de “Musa”, su primer libro de poemas. Hoy, con “La herida que no sangra”, nos entrega una cosecha de 37 poemas, de los cuales fluye un acrisolado sedimento lírico, cuyo último poema concluye con un arrebato místico: Tómame / y se desvanecerán mis cargas / en tu regazo eterno. Estamos delante de una poeta que canta desde su soledad interior, donde ella se percibe como la que grita, la que sangra, la que gime, la que no duerme, la que sufre, la que corre por las noches desnuda, como hermosamente dice su poema “La otra”.

Rafael peralta Romero– La condición básica de la poesía es su composición a partir de un lenguaje simbólico, que expresa el mundo de una manera diferente. Eso distingue a la poesía de lo común, de lo vulgar, de lo corriente, de lo ordinario. Josanny Moní revela en sus versos sentimientos profundos, de amor o de dolor, y vibra en ellos una persistencia en el dolor. Puesto que la poesía se construye a partir del misterio, no resulta sencillo descodificar la causa de ese dolor, pero ¿qué sería la poesía sin el dolor? Los sentimientos, con seguridad, asaltan a todos los seres humanos, todos sufrimos situaciones punzantes, pero no todos pueden expresar esos dolores como lo hacen los poetas. A cada uno se le ha de morir su padre, pero pocos llorarán esa pérdida como Jorge Manrique con sus célebres coplas. La poesía, incluso, se musicaliza y la bailamos, bailamos el dolor, pero ese poeta, Josanny Moní en nuestro caso, la compuso a partir de dolencias íntimas y su poesía evidencia hondas rasgaduras del espíritu, mas no amargura, sino dolor.

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