José Beltrán, nació en Don Juan, Bayaguana, provincia Monte Plata, es el mayor de tres hermanos. Al nacer fue diagnosticado con miopía congénita, todo iba normal dentro de su condición, hasta que un día cuando apenas tenía 12 años de edad, el eclipse se hizo huésped permanente en su mirada.
José, que aborda con increíble optimismo su condición, cuenta que el primer detonante que anunciaba su ceguera fue en el año 2001, cuando empezó a ver rasgones, pero no se alarmó demasiado, sin imaginar que era su retina rompiéndose.
“Mira yo veía figuras parecidas a las de las operaciones de raíz cuadrada y no le dije nada a mis padres. Pero un día mientras caminaba de la escuela a la casa me tapé el ojo derecho y descubrí que podía ver del izquierdo”, recuerda.
Agrega qué al año siguiente (2002) se repitió lo mismo, está vez en el ojo derecho. Tras varios procedimientos médicos, estudios, una suma de causalidades dieron al traste con la ceguera permanente.
De aquella escena se cumplen el próximo nueve de noviembre 20 años, lo que para la inmensa mayoría sería una hecatombe para él fue una oportunidad para reinventarse que empezó como la aceptación de la realidad que no podía cambiar.
Luego de dos años buscando respuestas médicas, José, encaró al doctor para que le diga ‘la pura’ del futuro de su visión, a lo que el galeno respondió, lo que el paciente ya venía sospechando.
“Ahí me dijo que las probabilidades de que yo volviera a ver eran muy mínimas, eso yo lo sabia ya”, responde entre risas.
José Beltrán, reconoce que su entorno familiar ha trabajado desde el primer día para eliminar el sentimiento de pena de su vida y su entorno. Lo cual es más que evidente ya que es un chico afable que vive con completa franqueza y sinceridad su invidencia.
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Mi proceso fue divertido
El joven comunicador que además a explorado la escritura y stand comedy se define como una persona curiosa, razón por la cual vio claramente en la ceguera una oportunidad para descubrir nuevas cosas.
“Como yo tenía mi tema de miopía me preguntaba qué se sentiría ser ciego. Así que mientras en mi casa eso era el cataclismo, yo decía esta será mi primera Navidad siendo ciego. Para mí era divertido porque me obligaba a imaginarme las cosas distintas”, cuenta.
El proceso de reaprender
Ya conociendo su situación, lejos de echarse en ‘los brazos’ de la frustración, decide buscar ayuda.
“Yo era muy católico para entonces, así que fui donde un sacerdote amigo y le pregunté cómo podía entrar a la escuela de ciegos”.
Y fue así como dividía la semana en dos días para venir a Santo Domingo a aprender lectura en braille y tres días seguía asistiendo a la escuela normal.
“Al llegar a la Escuela Nacional de Ciegos fue un tiempo de reaprender a leer y caminar. Mi única preocupación era si iba a aprender a leer o no”, agrega que a la cuarta clase ya sabía leer en braille.
A los 15 años le dice le dice a sus padres que está listo para vivir en la capital, un territorio hostil arquitectónicamente hablando, que para entonces era mucho más difícil de transitar para una persona con capacidades de movilidad diferente.
“Llegué a vivir en casa de una tía, pero luego en 2009 me mudé solo”.
Esta discapacidad, no obstante, no ha sido problema en su corta pero intensa vida, el joven, de tan sólo 33 años, vive intensamente su día a día y ha logrado cumplir muchos de sus sueños profesionales y personales.
Se graduó de licenciado en comunicación social en la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra; tiene maestrías en políticas públicas y comunicación corporativa y otros importantes estudios.
Actualmente trabaja en la elaboración de proyectos en la Fundación Francina Hungría; colabora como consultor de comunicación estratégica en algunas instituciones gubernamentales y empresas privadas. Y tiene en marcha un proyecto de gestión cultural que se llama Minúsculas.
Hablemos con humor
José Beltrán también tiene madera para el humor. En le 2019 participó en Dominicana’s Got Talent, donde con humor mostró todas vicisitudes que pasa una persona ciega en su día a día. Todo aquello contado desde su propia experiencia.
“Fue una forma de narrar con humor mi propia vida”.