José Cestero y Gabriel García Márquez: la mirada de Verónica Sención

José Cestero y Gabriel García Márquez: la mirada de Verónica Sención

José Miguel Gómez

El genio de Verónica Sención hace posible que las ideas y palabras de Gabriel García Márquez se queden fijadas en colores, lienzo y trazos, pero sobre todo en el arte depurado y bien trabajado de las manos y cerebro de José Cestero.

La exposición de Cestero: Macondo en Santo Domingo, presentado y homenajeado en el Centro Cultural Banco de Reservas.

A decir de Abil Peralta, José Cestero es el único artista dominicano al que la antropología social define como patrimonio cultural viviente de Santo Domingo, con aliento y respiración vivos, que después de abandonar este plano terrenal seguirá caminando- como si nada, a pasitos lentos-, y con libreta de dibujo en manos por calles, y callejuelas del centro histórico de la República Dominicana, nuestra Ciudad Colonial.

El Gabo, un escritor latinoamericano reconocido, cercano y tan propio que, lo sentimos como nuestro. Un premio Nobel que ahora José Cestero nos presenta y nos recuerda todos los personajes que habitan en Cien Años de Soledad.

Lo de García Márquez no es extraño, la gestora y propulsora de la cultura y decana en todo tipo de arte, Verónica Sención, con el mismo José Cestero nos había presentado al ingenioso Quijote de la Mancha, de don Miguel de Cervantes con sus personajes delirantes, magicoreligiosos, que deambulan sin propósitos, locos cuerdos e ilusos y desconfiados que el Quijote habla y repite a través de delirios oníricos y sistematizados. Solo José Cestero le ponía palabra y rostro, a la imaginación de Cervantes.

Cien Años de Soledad, la novela de García Márquez, que retrata la vida de cualquera comunidad y familia rural, con sus personajes de José Arcadio Buendía, de Úrsula Iguara, son personajes de una familia alterada psicológicamente enferma y hasta patologizada que la creatividad de García Márquez juega con la psiquiatría, la psicología, la sociología, lo imaginativo y lo normal de una vida rural en el caribe de sol permanente y de humor exaltado y a la vez triste.

José Cestero, con unos años encima, pero el espíritu activo, imaginativo y creador retrata cada historia, con su arte le pone vida a cada personaje de Cien Años de Soledad, ya lo había hecho con el Quijote de Cervantes, algo extremadamente difícil, recrear la vida el imaginario de los personajes locos y la vida que le recrea el escritor en sus novelas; uno que los inventa, lo descubre y les pone vida y otro que lo plasma en el lienzo, que le da color movimiento con trazos que van desde lo abstracto o lo real.

Ahora le toca a la incansable Verónica Sención caminar los veintidós cuadros de Cestero, motivarlo para viajar y separarse de su hábitat, la Ciudad Colonial, para llevar y recordar a Macondo de nuevo a cada país y espacio de galería de arte, exposiciones y donde se valore y aprecie la literatura, la pintura, la palabra y el espíritu.

La vida intensa y fructífera que vivió García Márquez, dejó huellas y sabios aprendizajes en el periodismo, a los escritores y lectores no solo de Latinoamérica, sino del mundo: Cien Años de Soledad, el Coronel no tiene quien le escriba, el amor en tiempo de cólera, o vivir para contarla, entre otras.

A García Márquez le conocí personalmente y le pude estrechar la mano, con apenas 20 años, siendo un estudiante, en los 70 años de don Juan Bosch. Allí también, conocí a Nicolás Guillén, Regis Debray, Miguel Otero Silva, entre otros.

Gracias a Verónica Sención he conocido a don José Cestero, un gran ser humano que nos recrea y junta la palabra, las ideas de la literatura y la pintura.

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