El desafío que les espera a los jóvenes en el siglo XXI, a mediano y largo plazo, luce un poco en desesperanza y un poco optimista. Los cambios políticos, sociales y económicos, al menos en los países pobres y de lento desarrollo social, donde la falta de equidad y distribución justa, y el acceso a los servicios públicos quizás sean más precarios, de poca calidad y de pobre calidez.El optimismo es, que la innovación, la inteligencia artificial, las aperturas de nuevos mercados van a continuar abriendo nuevos puestos de trabajo, y los jóvenes van a tener más oportunidades a lo que hoy se le llama “habilidades blandas”: la creatividad, la capacidad para detectar oportunidades, la facultad de resolver problemas y el trabajo en equipo. Es decir, los jóvenes entran en el desafío de ser visionarios, olfatear y adelantarse en poder conectarse con el momento, o aprender lo que Benjamín Pring planteaba: aprender a “busca las olas del futuro y surféalas”; algo así como aprender avanzar o fluir con las mejores oportunidades, irse con ellas y que te lleven bien lejos.
Para lograr fluir o montarse en las olas, hay que soñar, proponerse objetivos, metas y propósitos de vida; pero también, estar preparado en alguna área para lograr surfear las olas o conseguir el empleo o conectarse en el mundo competitivo.
Para cualquier tipo de trabajo se requiere preparación, conocimiento y dominio en lo que se hace, actualización y honestidad para hacer el trabajo perdurable, consistente y diferente a los otros que también lo hacen. Aquí descansa la trampa en cientos de jóvenes que no logran la eficiencia, la ética, la calidad y la disciplina en lo que se proponen; dejando que las ofertas y las oportunidades de crecer o conquistar mercado o crear necesidades dependan de otras circunstancias.
Reflexionando a Yuval Noah Harari en su libro: 21 Lecciones para el siglo XXI, plantea todo lo que le espera a los jóvenes y adultos con todos los cambios de la automatización. Sin embargo, sigue teniendo fuerza la pasión con que se realice todo cuanto hayamos elegido. La pasión en el trabajo, el amor, la vida, la familia, la pareja, la creatividad, la música, el deporte y los amigos. La pasión, la automatización, la autoconfianza y la autodeterminación son fundamentales en los jóvenes que desean alcanzar propósitos de vida de forma integral.
Solo aquellos que estén focalizados hacia el logro, alcanzarán sus propósitos. Pero aquellos jóvenes que los procesos y la automatización los encuentre distraídos, desenfocados, sin metas y sin prioridades en la vida, se quedarán sin empleos, sin acceso al desarrollo, sin bienestar y sin calidad de vida. Aprender a ser visionario y emprendedor para fluir en la vida son los nuevos desafíos, para lograr el emprendurismo, el ser visionario y fomentar la creatividad, acompañada de habilidades y destrezas para crear necesidades, y así poder gestionar cualquier empresa pequeña o fuente de trabajo personal o grupal.
Ante cada circunstancia y desafío, los jóvenes tendrán que hacer diagnósticos sociales y personales; preguntarse por qué fracasan tantos empleos, empresas, negocios, o por qué tantos jóvenes se quedan rezagados o lucen apáticos, o son pocos asertivos o no fluyen en la vida. Los indicadores a estas interrogantes son múltiples, pero en cada día más jóvenes crean su plataforma de trabajo, buscan de la tecnología, de la innovación o del aprendizaje de los idiomas para conectarse ante los desafíos del siglo XXI. Es evidente, que los jóvenes que funcionan con la inteligencia emocional y social, tienen mayor probabilidad en salir airosos y lograr el bienestar para la vida. Pero no todo es “habilidades blandas”; los jóvenes tienen que utilizar el juicio crítico, revisar sus actitudes para saber por qué no fluyen o por qué entran a ser víctimas de los riesgos psicosociales, del ciberespacio, de las redes, del consumo y las distracciones del mundo posmoderno. El logro y la sostenibilidad del proyecto de vida, ante tantos desafíos, siempre son alcanzables y perdurables para los jóvenes que tienen mayor disciplina, mayor consistencia, mayor fortaleza emocional y más resiliencia social.
El liderazgo, el éxito y la felicidad, no vienen en perfume, ni en caja de chocolate, ni en You tube o Netflix. La seducción estimula las distracciones y la cultura de la prisa. Para llegar hay que ser guerrero y militar en un proyecto de vida con pasión y esperanza.