Muy pocos países -si los hay- han tenido, como la República Dominicana en el primer mes del año, dos días nacionales tan iluminados, de la memoria al símbolo: celebración de la Virgen de la Altagracia, patrona espiritual del pueblo dominicano, y el natalicio de Juan Pablo Duarte, máximo prócer del nacimiento de la República y personalidad que nos conmueve, por su valentía, sus ideales, su sacrificio.
Tal vez, hoy más que nunca, admiremos su entrega y su pureza. Podríamos decir que el hecho de que no se tenga un gran retrato de la época, ni una buena fotografía de Juan Pablo Duarte corresponde a su abnegación, a un don absoluto de los recursos que hasta requería de su familia. No había nada material que salvaguardar en el interés propio.
Tal vez esta discreción, casi inimaginable, explique los retratos de Juan Pablo Duarte, varios anónimos aún y apropiados– para no decir copiados- de Luis Desangles (1861-1940) y de Abelardo Rodríguez Urdaneta (1870-1933), interpretados en pintura y escultura.
Retratos de Juan Pablo Duarte
Podemos sorprendernos de que todos los artistas no hayan pintado a Juan Pablo Duarte, a pesar de una reverencia unánimemente sentida por un patriota y humanista excepcional. En primer lugar, está la falta de documentos, y notamos que Juan Pablo Duarte se parece bastante, en las pinturas identificadoras, a su hermano mayor, Vicente Celestino.
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Luego, sobre todo al compás de la evolución del arte dominicano, que se iba disociando de la imitación y del realismo, se hacía difícil a los artistas devolverse a un romanticismo realista, y transmitir en la obra una expresión laudatoria -aunque la sentían interiormente-.Podía faltar un estilo personal y que resulte un retrato “de encargo” entre pasado y presente.
Ahora bien, hemos observado que varios pintores dominicanos, considerados como maestros históricos, elaboraron retratos de Juan Pablo Duarte: así Luis Desangles (Sisito), Abelardo Rodríguez Urdaneta, Paul Giudicelli, Tuto Báez, Yoryi Morel. De generaciones posteriores, Alberto Bass y Omar Molina también eligieron el realismo, que, en sus obras, se refiere a una identidad criolla.
Luego, las esculturas -bustos de Luis Desangles y Abelardo Rodríguez Urdaneta son -ambas- unos clásicos.
Por cierto, impresionan dos enfoques pictóricos de Luis Desangles en 1889 y 1890, con un Duarte soñando y mirando la nueva República Dominicana, más allá del mar, desde su exilio. La imaginación hace maravillas…
Nadie puede olvidar la exposición colectiva que el Centro León presentó como un tributo a los 200 años del nacimiento de Juan Pablo Duarte: “Visiones colectivas en espacios vinculados”, este título, un poco sibilino, aspiró a una trasmutación estilística, estética y generacional, a través de 24 contemporáneos, con estilos y técnicas diferentes. Manifestaban humor y originalidad, todos interesantes aunque desiguales, siendo obra cimera la de Wali Vidal, que superpone tres retratos, con efectos de ritmo y colores.
Podían acercarse al arte de la calle y el graffiti, pero nunca faltaban de respeto al fundador de la República.
Aunque conservando una necesaria mística, lo consideraban más que un pro-hombre, como un ciudadano dominicano de hoy, y fue una de las razones de éxito de la exposición.
Un artista famoso, descendiente de Duarte
No podemos tratar el tema de Juan Pablo Duarte y el arte, sin recordar al maestro, venezolano y mundial, Carlos Cruz Diez, que dejó nuestro mundo a los 96 años, en 2019. Celebridad del arte óptico y cinético, había llevado sus composiciones geométricas y ritmos multicolores a una integración magnífica en las grandes torres silos de los Molinos dominicanos. Deleitaron a la gente, ¡Una innovación en nuestro arte y nuestra ciudad! Pero, un fin de semana, para no tener que conservarlas, las borraron y las cubrieron de amarillo… Carlos Cruz Diez sufrió inmensamente, pero no intentó ninguna acción legal, como era su derecho, a causa de su ascendencia dominicana y su amor por nuestro país.
Carlos Cruz Diez era sobrino–biznieto de Juan Pablo Duarte Diez por vía materna. Su madre, Doña Mariana Diez, fallecida en Caracas en 1990, a los 92 años, era hija de Mariano Diez Jiménez, nacido en 1840. y sobrina–nieta del prócer.
El abuelo del maestro venezolano fue uno de los hijos del general Mariano Diez, hermano de la madre del libertador. Mariano Diez se mostró inconforme con la presencia haitiana desde el principio y emigró a Caracas. Desde allí, apareció enviando ayuda financiera para la lucha emancipadora. Durante la primera República volvió a residir en Santo Domingo, siempre atento a la causa nacional, como tuvo nuevamente la oportunidad de demostrar cuando se exilió durante la anexión en 1863. Desde Caracas, volvió con Juan Pablo Duarte en 1864 y tomó parte activa en la lucha de la Restauración. En 1868, se retiró en Caracas donde murió en 1873, tres años antes que nuestro venerado patricio Juan Pablo Duarte.