Gobernar es equilibrar, es saber cuándo sí y cuándo no, en el juego de la soga, en qué momento se hala y se hace caer al contrario y en qué momento se afloja.
Maneja bien el arte de gobernar, quien cumple las reglas de juego, quien actúa respetando el derecho de los demás, quien no olvida que, al fin y al cabo, somos, los demás de los demás
La miríada de intereses que se mueven alrededor del arte de gobernar requiere de una conducción tan precisa, tan delicada, tan certera y conocedora, como la de un director de orquesta sinfónica, que obtiene resultados armoniosos más allá de los escritos en el lenguaje universal de la música.
Dirigir un país, administrar una Nación, amerita un profundo conocimiento del uso del fuego, de cuándo emplear la candela de cerca y cuando alejar sus efectos. La falta de equilibrio se mide por una regla tan simple como esa: manejar el fuego.
Las relaciones humanas son como uno quiere que sean, pueden ser complejas, pueden ser simples.Las relaciones humanas son efectivas para el bien, cuando se respetan las reglas de juego, que algunos piensan que es fácil. No. Se precisa de una actitud frente a la vida que va más allá de la defensa de los intereses de personas o de grupos.
Cuando se desequilibra el fiel de la balanza y lo nacional se maneja como particular, se rompe la armonía, se camina sobre el filo de una afilada navaja o sobre ascuas.
Nunca es aconsejable, por imprudente, jugar con las reglas de convivencia, si tomamos en cuenta que esos rejuegos afectan intereses, personas, grupos,quienes reclamaran respeto a sus espacios.
Cuando el hombre dominó el fuego dio un paso inconmensurable en el desarrollo de la humanidad. Cuando el hombre tuvo en sus manos una tea de luz, arrinconó el miedo, iluminó las estancias, desapareció una buena parte de fantasmas, que se escuchaban, que hacían visajes en las noches y no podían ser perseguidos en la oscuridad.
Para dominar el fuego, el hombre descubrió que “ni contigo, ni sin ti, tienen mis males remedios, contigo, porque me matas y sin ti, porque me muero”.
La eterna enseñanza de la naturaleza que los hombres no aprendemos, “tanto va el cántaro al agua, hasta que se rompe”. La candela es buena para muchas cosas, como hija del sol, muy cerca quema, de lejos es tímida, débil, no sirve de abrigo.
Los plazos mañosos solicitados por el gobierno, jugando a que no se celebren las elecciones del 5 de julio, son un formidable ejercicio de falta de responsabilidad.
Que no olviden que, mejor temprano que tarde, aquí jugamos todos o se rompe la baraja.